Floriano, caballero zaragozano, cree haber dado muerte, en desafío, al príncipe Reinero, hijo del rey, y huyendo de la justicia llega a Valencia, pidiendo amparo a su amigo Valerio, a quien cuenta sus desdichas. Valerio le aconseja que se finja loco y se deje encerrar en el hospital dedicado a ellos.
La joven Erisila llega a Valencia, acompañada de Leonato, criado de su padre, de cuya casa huye para no casarse contra su gusto. Leonato, que le había fingido amores, al ver que no podía conseguirla y ante el temor de la venganza de su amo, le roba las alhajas y la deja casi desnuda cerca del hospital de locos, donde la conducen creyéndola demente, al ver el estado en que se encuentra y los extremos de desesperación que hace. Dentro del hospital, Erisila y Floriano, creyéndose locos, se enamoran el uno del otro. también se enamora de Floriano Fedra, sobrina del administrador y aunque el galán no le corresponde, una conversación entre ambos sorprendida por Erisila hace creer a ésta que aquéllos se aman y provoca una escena de celos, con extremos de locura. Una vez solos Floriano y Erisila se reconcilian, contándose los motivos de encontrarse encerrados en aquel lugar.
Llega un mensajero de Aragón, primo del portero del hospital, portador de un retrato de Floriano, con el encargo de prenderle. Floriano se tizna el rostro para no ser reconocido, mientras Fedra y Laida, su doncella, también se fingen locas por amor a Floriano. la sobrina del administrador se muestra tan enamorada del joven, que llega a enfermar. para salvarla de la muerte, por consejo del médico, simulan su casamiento con Floriano y al enterarse de ello, Erisila, creyendo para siempre perdido su amor, declara, en un arranque de celos, que Floriano mató a Reinero. Cuando van a prenderle, un caballero desconocido que visita en aquel momento el hospital proclama su inocencia, pues él es el príncipe Reinero, que aprovechando la muerte de uno de sus criados que llevaba varias prendas suyas, hizo desaparecer el cadáver y propaló la noticia de su propia muerte por ver si conseguía ablandar el corazón de una ingrata.
Floriano relata el motivo de fingirse loco y la causa por que creyeran la locura de Erisila y el príncipe, después de ordenar que se casen los dos amantes, promete llevarse a Floriano en su compañía. Valerio, que en sus visitas al hospital se ha enamorado de Fedra, le ofrece su mano, que es aceptada.
Versión de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (1986)
Versión del Centre Teatral de la Generalitat Valenciana (2011)
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