viernes, 22 de diciembre de 2017

El árbol de la ciencia. Pío Baroja



El árbol de la ciencia es una novela escrita por Pío Baroja, publicada en 1911.Considerada obra de carácter semiautobiográfico, la acción se desarrolla en varias localidades de España, entre 1887 y 1898. Está dividida en dos partes (I-III y V-VII) separadas por una larga conversación filosófica entre el protagonista y su tío, el doctor Iturrioz. Su autor, Baroja, manifestaba en sus memorias sobre este libro: «El árbol de la ciencia es, entre las novelas de carácter filosófico, la mejor que yo he escrito. Probablemente es el libro más acabado y completo de todos los míos». En cuanto al origen del título, en el tercer capítulo de la cuarta parte del libro, en una conversación entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz, este, comenta la creación de Dios en Edén de dos árboles muy importantes: El árbol de la vida y el árbol de la ciencia, Dios prohíbe a Adán el fruto del último.

El Árbol de la ciencia nos presenta la vida de Andrés Hurtado, un estudiante madrileño de medicina y toda su evolución personal, profesional y filosófica hasta su temprana muerte.
En la primera parte del libro el autor describe el Madrid de la época a partir de las vivencias de Andrés en la facultad y en la vida de a pie, en la que suele compartir experiencias con dos amigos a los que critica vivazmente. A Través de uno de ellos(Julio Aracil) conocerá a Lulú, una joven algo fuera de época y sometida por su madre.
A medida que avanza el libro y la vida de Andrés, a su hermano pequeño Luisito se le diagnostica tuberculosis, mortal en la época. En la busca de un clima que lo cure viajan a Valencia y viven primero en un pueblecito y después en la capital con unos parientes. Durante la estancia de Andrés en un pueblo de sustituto, su hermana le comunica al muerte de su querido hermanito.
Tras la muerte de su hermano Andrés frecuenta con más asiduidad la casa de Iturrioz, un tío suyo con el que filosofa y discute sobre múltiples aspectos de la vida en el hemisferio del libro, planteando el enfrentamiento entre Árbol de la Ciencia y Árbol de la Vida que dará nombre a la novela. Andrés defiende a la ciencia como guía del mundo, por encima de los sentimientos y la voluntad del hombre.

Acabada medicina decide aceptar una oferta e ir como médico a un pueblo "entre Andalucía y Castilla" en el que se le mostrarán todos los aspectos de la vida rural de la época: señorito o cacique, bandos políticos igualmente corruptos, nula cultura, pasotismo ante el progreso, costumbres arcaicas y en definitiva un anclaje en el pasado que acaba por hacerle abandonar el puesto.
A su vuelta a la capital consigue colocarse como médico de higiene, para lo que debe tratarse con la masa social más humilde, marginada y enferma de la época. Vuelve a tratar con Julio Aracil y con Lulú, con la que establece un estrecho vínculo y la cual ha ascendido gracias a una buena boda de su hermana.
Finalmente Andrés se declara a Lulú y contraen matrimonio al poco tiempo, además consigue un excelente puesto de traductor para una revista científica y por primera vez está feliz y mira al futuro con ilusión. A pesar de la prevención de su tío Iturrioz del riesgo de tener un hijo con Lulú, otra artrítica, esta queda embarazada al año bajo pesar de Andrés. Tras un parto difícil en el que el niño muere, Lulú también sucumbe a las hemorragias y fallece al poco tiempo. Andrés, asiduo a la morfina se suicida ese mismo día con aconitina; deja este mundo al que tanto criticó, por la puerta de atrás, sin sufrir, sin pensar...

domingo, 3 de diciembre de 2017

Los pazos de Ulloa. Emilia Pardo Bazán


Los pazos de Ulloa es una novela de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) publicada por primera vez en 1886. Forma un díptico con La madre naturaleza, publicada en 1887.

Don Julián Álvarez, joven y apocado sacerdote, se dirige a los Pazos de Ulloa para servir al Marqués Don Pedro Moscoso como administrador por recomendación del tío del noble. Nada más llegar a los Pazos, situados en una zona rural de Galicia, el sacerdote se escandaliza por el decadente estado del palacio y el comportamiento de Don Pedro y sus empleados: El palacio está en un estado ruinoso, la biblioteca y las cuentas abandonadas, la capilla desatendida por el actual abad. Don Pedro, quien en realidad no es marqués puesto que el título fue vendido, es ignorante y rústico aunque se da aires de gran señor. Pasa la mayor parte del tiempo de cacería rodeado de personajes de mala reputación. El mayordomo de la finca, Primitivo, un aldeano astuto y violento, controla todos los negocios del marqués y tiene atemorizados a los demás empleados e incluso al propio marqués. Su hija Sabela trabaja como cocinera en los Pazos y es la amante de Don Pedro, con quien tiene un hijo ilegítimo de unos cinco años llamado Perucho. Perucho se cría desatendido y casi salvaje en los Pazos. Sabela coquetea abiertamente con Don Julián y recibe a una cohorte de aldeanas y meigas en la cocina de los pazos, aprovisionándolas de la despensa del marqués. En el pueblo cercano, Cebre, los caciques liberal y conservador se disputan el control de la comarca.
Julián decide marcharse de los Pazos sintiendo que su honra de sacerdote está siendo puesta en duda si sigue consintiendo el amancebamiento de Don Pedro y Sabela. Cuando se dispone a despedirse del Marqués, presencia una violenta escena de celos entre el marqués y Sabela, quien ha estado bailando con un gaitero en Cebre.
Don Julián aconseja a Don Pedro que cambie de comportamiento y de sociedad, pero Don Pedro le confiesa sus temores acerca de Primitivo y que, aunque desea despedir a Sabela, teme las represalias del padre de ésta. Don Julián le convence de que se marche con él a Santiago y busque esposa entre sus primas casaderas. Don Pedro acepta entusiasmado. De camino a la estación, Primitivo se dispone a disparar sobre Julián, pero el marqués adivina las intenciones de su mayordomo y lo para a tiempo.
En Santiago Don Pedro es recibido en casa de su tío Don Manuel Pardo de la Lage, quien también es un noble arruinado que guarda las apariencias. Don Manuel recibe con agrado la visita del sobrino intuyendo sus intenciones de elegir esposa entre sus hijas. Las señoritas de la Lage son cuatro: Rita, la más bella y alegre; Manolita a quien su padre pretende casar con un rico de Santiago; Marcelina (Nucha, la más discreta, y Carmen, la más joven, enamorada de un estudiante de medicina para disgusto de su padre. Aunque inicialmente Don Pedro se siente atraído por Rita, decide pedir la mano de Nucha después de que Don Julián le confiese que si él mismo tuviese que elegir entre las señoritas de la Lage, se decantaría por ella debido a su buen carácter y piadosas maneras. También le menciona que la madrina de Nucha es una rica anciana sin herederos.
Nucha y Don Pedro se casan en Santiago, y después de una temporada, Don Pedro, cansado de las discusiones con su suegro acerca de política, y de no ser el señor de la casa, decide volver a los Pazos. Don Pedro envía a Julián primero para despedir a Primitivo y a Sabela antes de la llegada de los nuevos esposos. Julián se encuentra el comportamiento de Sabela y Primitivo completamente cambiado. Ambos son amables y dóciles. Primitivo le cuenta al sacerdote que Sabela va a casarse con el gaitero de Cebre y dejar su empleo. Don Julián no encuentra valor para despedir a Primitivo y se excusa a sí mismo pensando que sólo es necesario esperar un poco a que Sabela se case.
Cuando los esposos llegan a los Pazos, Nucha le confiesa a su esposo que está embarazada. Don Pedro se ilusiona ante la perspectiva de tener un hijo varón con Nucha. Los nuevos esposos frecuentan la limitada sociedad de las aldeas vecinas a los Pazos, como los señores de Limioso, todos arruinados nobles con más presunción que fortuna.
El tiempo pasa y Sabela no se casa con el gaitero. Sabela continúa siendo la cocinera de los Pazos y Primitivo el mayordomo por dejadez de Don Pedro y Don Julián.
La salud de Nucha se deteriora durante el embarazo. Tras un parto difícil, da a luz a una niña. Don Pedro se muestra disgustado por el sexo del bebé y se distancia poco a poco de su esposa, reiniciando su relación con Sabela. Don Julián, sin embargo, centra su devoción en Nucha y su niña. Perucho disfruta mucho jugando con el bebé hasta que un día Nucha, al comentar que los niños se quieren como hermanos, se da cuenta de que Perucho es hijo de su marido por la cara turbada de Don Julián. Nucha prohíbe a Perucho acercarse a ella o a su hija. A partir de entonces la relación de Nucha con su marido se deteriora. Don Julián advierte signos de maltrato físico en Nucha. Sabela y Primitivo vuelven a tomar el control de los Pazos y Nucha vive atemorizada por ellos.
En Cebre, los simpatizantes del partido conservador proponen a Don Pedro como candidato a diputado en Madrid por la región. Aunque es el candidato favorito, pierde las elecciones de manera flagrante. El cacique conservador se entera de que el propio Primitivo ha amenazado a los votantes para que voten al candidato liberal, y envía a un sicario a matar a Primitivo.
Nucha le pide a Don Julián que la ayude a escaparse con su hija a Santiago a casa de su padre, ya que teme por la vida de su hija si ella muere, puesto que Manolita es la única heredera de Don Pedro aparte del bastardo Perucho. Perucho avisa a su abuelo Primitivo de que la Señora está hablando a solas con Don Julián. Primitivo le promete dinero a su nieto si va a contarle al marqués que su mujer se está entrevistando a solas con el cura con la intención de que este crea que mantienen una relación secreta. Perucho así lo hace. Don Pedro, piensa que el cura tiene una relación ilegítima con su mujer y se dirige furioso a la iglesia. En el camino, se encuentra el cuerpo sin vida de Primitivo, abatido de un tiro por el sicario de Barbacana. Don Pedro encuentra a su mujer hablando con el cura en la sacristía y da por hecho que su mujer le engaña con el sacerdote. Don Pedro despide a Don Julián en el momento.
El cura retorna a Santiago y es destinado a una aldea rural en Galicia, donde unos años después recibe noticias de la muerte de Nucha. Años más tarde Don Julián recibe órdenes de volver a los Pazos de nuevo. Nada más llegar visita la tumba de Nucha. Cuando está rezando en el cementerio aparecen Perucho y Manolita. El cura se asombra al observar que Perucho va bien vestido mientras que Manolita va casi descalza.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

La metamorfosis (Die Verwandlung). Franz Kafka


La metamorfosis o La transformación (Die Verwandlung) es un relato de Franz Kafka (1883-1924) publicado en 1915.

Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa trata de levantarse para asistir a su trabajo, pero se da cuenta de que durante la noche se ha transformado en un insecto. Al darse cuenta de lo tarde que es, intenta comenzar sus actividades diarias habituales, pero al estar acostado sobre su espalda, no logra levantarse de la cama.
Su familia (su madre, su padre y su joven hermana Grete) acaban de preguntar sobre su estado. Gregorio ha cerrado las tres puertas de su habitación e intenta tranquilizarlos, pero ninguno se da cuenta de la singularidad de su voz.
El gerente de su trabajo llega a la casa después de preguntar la razón del retraso tan inusual en Gregorio. Después de largos y penosos esfuerzos, Gregorio, cuya voz es peculiar, «una voz bestial», trata de engañarlo y rechaza abrir la puerta y asomar la cabeza por el resquicio. El gerente se impacienta por la falta de explicaciones de Gregorio y comienza a agobiarlo con reproches por su falta de rendimiento, pero, al verlo convertido en un insecto, huye horrorizado. La familia de Gregorio se aleja de él y su madre lo evita en particular. Nadie comprende que Gregorio, pese a su apariencia, comprende y piensa todavía como un ser humano. Ciego de ira, el padre de Gregorio toma el bastón que dejó el gerente y lo conduce de nuevo a su habitación donde lo encierra.

La familia de Gregorio pasa duros momentos por el miedo a que se sepa que albergan a un monstruo como él en su casa. Su padre comienza a odiarlo. Su madre todavía le muestra cierta piedad ya que es su hijo, pero se desvanece después de verlo. Su hermana Grete supera su repulsión y todos los días lo alimenta y limpia su habitación. Gregorio se esconde para que ella no pueda verlo y para no hacerla sufrir. No obstante, Gregorio quisiera que ella lo viera para así recibir un poco de amor. Un día, Grete y su madre, al descubrir que la nueva afición de Gregorio es moverse por la habitación, tanto por las paredes como por el techo, deciden sacar sus muebles para facilitarle la tarea. Gregorio, a pesar de notar la buena acción, se siente despojado de sus bienes materiales. Al quitarle todo, a excepción de su sillón y un cuadro que a él le gustaba, decide, como último recurso, posarse sobre la pintura. Cuando la madre y Grete deciden volver a entrar en la habitación, observan a Gregorio y la madre se desmaya. Grete sale a buscar algo para despertarla y Gregorio sale tras de ella, preocupado, intentando ayudar también. Llega el padre y su hija Grete le comenta lo que había sucedido. Su padre, pensando que su hijo tiene una actitud violenta hacia su familia, comienza a arrojarle manzanas para hacerlo retroceder. Una le golpea en la espalda y se queda incrustada.

Nadie cuida a Gregorio y su herida se infecta. Como Gregorio ya no puede trabajar para ayudar a su familia, alquilan una parte de la vivienda a tres personas. Pese a su invalidez, su familia termina por aceptar a Gregorio. Pese a ello, una tarde Gregorio sale de su habitación atraído por la música interpretada al violín por su hermana. Por desgracia, los tres inquilinos lo ven y deciden marcharse de inmediato y sin pagar, no por su presencia, ya que éste se les hacía curioso, sino por el mal trato que reciben de la familia al tratar de que no lo vieran. Enfrentada a una situación sin remedio, su hermana propone entre lágrimas deshacerse de Gregorio. Todos están de acuerdo porque creen que han hecho todo lo que han podido, pero no saben qué hacer. Gregorio, desesperado y que ya no se alimentaba desde hacía días, es encontrado muerto por la sirvienta y tirado a la basura. Ligeramente apenados, pero sobre todo aliviados, la familia se alegra de poder comenzar una nueva vida y salen para dar un paseo. Los padres se dan cuenta de que Grete se ha convertido en una joven agraciada y comienzan a planear cómo casarla.

martes, 21 de noviembre de 2017

Por el camino de Swann (Du côté de chez Swann). Marcel Proust


Por el camino de Swann es el primer volumen de la novela de Marcel Proust (1871-1922), En busca del tiempo perdido (À la recherche du temps perdu). Está compuesto de tres partes, cuyos títulos son:

     Combray
     Un amor de Swann
     Nombres de países: el nombre.


Proust comenzó a escribir "Combray" de forma continua a finales de mayo y principios de junio de 1909. Una publicación previa de los fragmentos de "Combray" apareció en Le Figaro entre marzo de 1912 y marzo de 1913. El primer volumen de la Recherche fue rechazado por varias editoriales, incluyendo Gallimard, antes de ser publicado por Grasset por cuenta del autor e1 14 de noviembre de 1913.

En Combray, el narrador habla de su infancia en Combray, su relación con su madre, cuya presencia reclama en la noche antes de acostarse. Habla sobre sus primeras lecturas, especialmente François le Champi de George Sand. Podemos ver el mundo cultural y emocional de un personaje cuya vida y evolución seguiremos durante el resto de la Recherche. Es también en "Combray" donde aparece el personaje de Swann y sobre todo es allí donde nace la fascinación del narrador por los Guermantes que le abandonará sólo una vez que haya penetrado en este medio que le parece tan inaccesible y maravilloso

Durante mucho tiempo, me fui a la cama temprano, el famoso incipit de la Recherche es declarado por un narrador insomne (primer "yo") que recuerda los diferentes dormitorios de su existencia. Evoca los recuerdos de Combray (vividos por un segundo "yo", el del héroe), lugar de veraneo de su infancia. Recuerdos todos de memoria voluntaria, es decir, la memoria de la inteligencia, la que da al pasado información que no se ha conservado.

El "Yo" del narrador hace la apertura y el cierre de "Combray" (pero también de la Recherche), convoca al "Yo" del héroe en diferentes momentos de su vida. Épocas que regresarán abruptamente en correspondencia durante los repetidos experimentos de memoria involuntaria vividos en Le Temps retrouvé, de donde emerge el "yo" intemporal del autor-narrador.


Es con ocasión de la famosa escena de la magdalena cuando el héroe, en un momento mucho más tardío que el de la historia principal de Combray, vivirá su primera experiencia de memoria involuntaria. Tan pronto como reconoce el sabor del trozo de magdalena empapado en la tila que su tía le había dado en Combray, se resucitarán partes completas de su memoria, "como en este juego con el que los japoneses se divierten, sumergiendo en un cuenco de porcelana llena de agua pequeños trozos de papel hasta el momento indistintos y que, tan pronto como se sumergen en ella, se estiran, giran, se colorean, se diferencian, se convierten en flores, casas, personajes consistentes y reconocibles " .

El autor se dedica a la narración de la vida familiar del narrador, sus sirvientes y los habitantes de Combray, dando lugar a pinturas de personajes llenas de humor (el esnobismo del ingeniero Legrandin, la crueldad de Françoise hacia la chica de la cocina ...).


El narrador luego menciona los paseos diarios por el camino de Méséglise (o Swann) cuando el clima era incierto, y por el camino de Guermantes cuando el clima era bueno. Estos dos caminos son los depósitos profundos de su terreno mental.
El camino de Meséglise está asociado con el mal tiempo. Es el camino de los olores, especialmente el del espino, que el narrador aprecia enormemente hasta derramar lágrimas diciéndole adiós; el deseo carnal y el fracaso de la inteligencia. Tratando de expresar su deleite ante el estanque de Monjouvain, el héroe sólo alcanza una eyaculación verbal "¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición! ". Es en este camino en el que observa la escena de safismo y sadismo entre la hija de Vinteuil y su amiga Gilberte; es en este camino en el que Gilberte Swann le dirige un gesto obsceno.
El camino de Guermantes se asocia con el buen clima, el deseo de la vida mundana (sueña con algún día poder asistir al salón de la duquesa de Guermantes) y la inteligencia de las sensaciones. Es en el camino de Guermantes donde el héroe tendrá éxito por primera vez al escribir un breve pasaje sobre los campanarios de Martinville, el placer de escribir multiplicando diez veces el placer de la observación. Este éxito permanecerá aislado hasta Le Temps retrouvé.


"Un amor de Swann" es una novela dentro de la novela. Se puede leer independientemente de las otras partes. En realidad, es un paso atrás en la vida de Charles Swann. Su encuentro en casa de los Verdurin con la que será su esposa, Odette, y especialmente sus celos enfermizos, son los temas de esta parte. Al igual que el resto de la obra, la narración se hace en primera persona, pero dado que los eventos descritos ocurren antes del nacimiento del narrador, necesariamente cuenta la historia en tercera persona. Y aunque en dos ocasiones el narrador usa el "yo" al recordar los hechos de sus relaciones con Odette y Swann, esta parte de la novela tiene un lugar especial en la Recherche. El hecho es que los temas (amor, celos, arte, crítica de los círculos burgueses y la nobleza) y los personajes (Verdurin, Swann, Odette) se encuentran más tarde y que Un amor de Swann es una de las piedras del edificio y no sólo una pausa en la narración.

"Nombres de países: el nombre" evoca los ensueños del narrador, sus deseos de viajar, a quien la enfermedad prohibe una salida al teatro. Es por lo tanto a través de los horarios de los trenes que ve  Balbec y especialmente Venecia. A esta parte hace eco la parte "Nombres de países: el país" de A la sombra de las muchachas en flor. Este paralelismo enfatiza la naciente decepción del enfrentamiento del sueño con la cruda realidad. Sólo el arte es capaz de reencantar paisajes y ponerlos a la altura de las expectativas del narrador (por ejemplo, las pinturas de Balbec de Elstir en A la sombra de las muchachas en flor).

Es en "Nombres de países: el nombre" donde la Recherche se convierte más en una estética que en una novela pura.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

San Manuel Bueno, mártir. Miguel de Unamuno


San Manuel Bueno, mártir, es una novela escrita por Miguel de Unamuno (1864-1936). Se publicó por primera vez en 1931, en el número 461 de la revista La novela de hoy correspondiente al 13 de marzo de dicho año. En 1933, la editorial Espasa Calpe publicó San Manuel Bueno, mártir, y tres historias más.

Ángela Carballino escribe la historia de don Manuel Bueno, párroco de su pueblecito, Valverde de Lucerna. Múltiples hechos lo muestran como “un santo vivo, de carne y hueso”, un dechado de amor a los hombres, especialmente a los más desgraciados, y entregado a “consolar a los amargados y atediados, y ayudar a todos a bien morir”. Sin embargo, algunos indicios hacen adivinar a Ángela que algo lo tortura interiormente: su actividad desbordante parece encubrir “una infinita y eterna tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos y los oídos de los demás”.
Un día, vuelve al pueblecito el hermano de Ángela, Lázaro. De ideas progresistas y anticlericales, comienza por sentir hacia don Manual una animadversión que no tardará en trocarse en la admiración más ferviente al comprobar su vivir abnegado. Pues bien, es precisamente a Lázaro a quien el sacerdote confiará su terrible secreto: no tiene fe, no puede creer en Dios, ni en la resurrección de la carne, pese a su vivísimo anhelo de creer en la eternidad. Y si finge creer ante sus fieles es por mantener en ellos la paz que da la creencia en otra vida, esa esperanza consoladora de la que él carece. Lázaro, que confía el secreto a Ángela, convencido por la actitud de don Manuel, abandona sus anhelos progresistas y, fingiendo convertirse, colabora en la misión del párroco. Y así pasará el tiempo hasta que muere don Manuel, sin recobrar la fe, pero considerado un santo por todos, y sin que nadie, fuera de Lázaro y de Ángela, haya penetrado en su íntima tortura.
Más tarde morirá Lázaro, y Ángela se interrogará acerca de la salvación de los seres queridos.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Parzival (2ª parte). Wolfram von Eschenbach


Libros V-VI

Parzival busca un refugio para pasar la noche. Un pescador le indica un castillo y el joven caballero será testigo allí de toda una serie de acontecimientos misteriosos. Se alegran manifiestamente de su llegada y, al mismo tiempo, todo el mundo actúa como si estuviera sumido en la tristeza más grande. En la sala de celebraciones Parzival encuentra al pescador y se da cuenta de que es el rey del castillo, Anfortas, que sufre una grave enfermedad. Antes de comer, llevan a la sala una lanza ensangrentada cuya visión arranca lúgubres quejas a los asistentes. Entonces veinticuatro muchachas nobles, en un ritual complicado, ponen sobre la mesa cubiertos preciosos. Al final la reina Repanse de Schoye trae el Grial, que según Wolfram es una piedra que hace surgir de manera misteriosa alimentos y bebidas. Al final, el rey del castillo entrega a Parzival su propia espada de gran valor. Es la última tentativa para inducir al caballero, mudo hasta entonces, a hacer una pregunta que, según nos dice el narrador, habría podido curar al rey enfermo. Parzival, sin embargo, siguiendo las instrucciones de Gurnemanz y creyendo dar pruebas de una conducta cortés y sabia, reprime su curiosidad no preguntando en qué consiste la enfermedad de su huésped o el significado de todo aquel singular ceremonial. 

Cuando Parzival se despierta a la mañana siguiente, el castillo está completamente vacío. Intenta seguir a los caballeros mediante la huella de sus caballos pero la pierde. En lugar de esto encuentra a Sigune por segunda vez en el bosque y ella le dice el nombre del castillo, le habla del señor que habita allí y le revela que él mismo, Parzival, sería ahora un rey poderoso y respetado si hubiese preguntado a Anfortas cuál era su mal: no solamente aquel desgraciado sino toda su corte habría sido liberada. Cuando es forzado a confesar a Sigune que no ha sido capaz de decir una sola palabra de consuelo, ella le maldice y rechaza tener trato con él ahora. Inmediatamente después, Parzival encuentra a otra mujer por segunda vez: es Jeschute. Jurando a su marido Orilus que jamás ha tenido relaciones con ella, redime su torpe comportamiento en el primer encuentro y el marido la restablece en su honor.

Es uno de los nuevos cambios en el comportamiento de Parzival que ahora son recurrentes. Parzival llega por segunda vez a la corte del rey Arturo. Éste se había puesto en camino especialmente para encontrar al "caballero rojo" que se ha vuelto célebre entre tanto. Esta vez Parzival es acogido en la Tabla Redonda con todos los honores de la corte; ha subido hasta la cima de la jerarquía de los caballeros. La  Tabla Redonda se reúne para la comida en común; parece que todas las oposiciones, todas las faltas, todas las rivalidades internas han sido perdonadas y borradas. Aquí el relato abandona provisionalmente a Parzival y es de Gauvain, el sobrino de Arturo, de quien nos habla el narrador. Es otro héroe de la caballería del cual se destaca el respeto hacia los valores corteses, el coraje en la lucha y el valor de su nobleza.

Es justamente en este momento, donde se manifiesta el esplendor y la seguridad en sí misma de la sociedad noble más típica, cuando se presentan dos personajes que destruyen totalmente esta atmósfera de alegría, profiriendo maldiciones y amargos reproches contra el honor caballeresco de Gauvain y Parzival, lo que pone fin inmediatamente a la fiesta: la horrible hechicera Cundrie, la mensajera del Grial, maldice a Parzival y su silencio en el castillo del rey pescador. Ella califica su presencia en la corte del rey Arturo como una vergüenza para la sociedad caballeresca. Por otra parte, atrae la atención de la Tabla Redonda sobre el hecho de que, en el mundo de los caballeros, todo no transcurre tan bien como podría hacer creer la atmósfera alegre de la compañía. Habla de la cautividad de centenares de mujeres y muchachas nobles en el castillo de Schastel Marveile, y algunas de entre ellas están emparentadas con Gauvain o Arturo. Gauvain, en fin, es acusado por Kingrimursel, landgrave de Schanpfanzun, de haber matado a traición al rey de Ascalon y es desafiado a un duelo judicial. 

Es aquí donde se revela la idea superficial que Parzival tiene sobre Dios: explica que su rechazo a hablar en el castillo del Grial fue porque Dios ha rehusado ocuparse de él, cuando podría haber manifestado su poder curando a Anfortas y preservando así a Parzival, su fiel servidor, de la imprecación deshonrosa lanzada por Cundrie. Como en una relación de vasallo a señor, Parzival denuncia su sumisión a Dios; a este error de apreciación de la relación entre Dios y los hombres se añadirá más tarde el odio hacia Dios conforme a las reglas de la caballería. 
El héroe epónimo deja inmediatamente la Tabla Redonda y parte en una búsqueda solitaria del Grial que durará numerosos años. Por esto mismo se convierte en un personaje secundario en la narración de los libros siguientes. Las aventuras de Gauvain aparecen, pues, en primer plano.

Libros VII-VIII

La acción de Parzival y la de Gauvain varían siguiendo la misma problemática pero en perspectivas diferentes: los dos protagonistas siempre están a la espera de restaurar el orden perdido del mundo cortés en tanto que héroes de la caballería. En esta tarea Parzival fracasa generalmente puesto que ha aprendido poco a poco lo hay que saber sobre la caballería y, a causa de esta educación insuficiente, cada vez que encuentra una nueva tarea, siempre más difícil que la precedente, no puede llevarla a buen fin. El comportamiento incorrecto del héroe epónimo procede siempre de los defectos de la sociedad cortés.

Gauvain, al contrario, es desde su aparición la encarnación de la caballería ideal. Él también debe afrontar tareas más y más difíciles en razón de los defectos de la sociedad cortés; pero todos los conflictos a los cuales se enfrenta extraen su origen del hecho de que comprende mal lo que es el amor (es la problemática del amor cortés). Gauvain, sin embargo, se muestra capaz de resolver los problemas que resultan de ello, aunque en el transcurso de los años es incapaz de guardar fidelidad a su esposa (en lo cual se opone a Parzival).

Mientras se dirige a su duelo judicial, Gauvain pasa ante la ciudad de Bearosche y es testigo de preparativos para la guerra: el rey Meljanz de Liz asedia la ciudad de su propio vasallo porque Obie, la hija de este último, ha rechazado su declaración de amor. La situación se complica por el hecho de que Obie acusa erróneamente a su pretendiente de ser un canalla y pide al recién llegado su socorro caballeresco. El honor de Gauvain le ordena responder a esta petición, pero no quiere verse implicado en una batalla porque está obligado a llegar a tiempo y sin heridas a Ascalun. Obilot, la hermana pequeña de Obie, utiliza su encanto infantil para convencer a Gauvain de que intervenga como su caballero en la batalla; Gauvain entonces entra en combate y hace prisionero a Meljanz. Actúa enseguida como hábil intermediario cuando entrega su prisionero a Obilot y logra reconciliar a Meljanz y Obie.

El pasaje central del texto, la declaración de amor de Obilot a Gauvain después de haberla socorrido de manera caballeresca, presenta un aspecto cómico por el hecho de la gran diferencia de edad entre ellos dos; Gauvain se contenta con responder a estos avances dando largas, en el cuadro del amor cortés. Sucede todo lo contrario con la siguiente aventura amorosa. Se trata ahora de Antikonie, la hermana del rey de Ascalun, una mujer seductora esta vez. Pero un serio peligro amenaza la vida del héroe. Gauvain se encuentra con el rey Vergulant cuyo padre mató en una cacería, y el rey le aconseja de que vaya a alojarse en la casa de su hermana en Schampfanzun. Gauvain esconde apenas su deseo a Antikonie, al cual ella deja ver que también responde. Esto les pone a los dos en una situación comprometedora; cuando son descubiertos, la población de la ciudad toma las armas naturalmente pensando que Gauvain tenia intención de violar a la joven. Como Gauvain no está armado, le es muy difícil defenderse cuando el rey Vergulant entra en combate contra él.

Kingrimursel, sin embargo, había dado a Gauvain la seguridad de que podría presentarse libremente en el duelo judicial y no duda en proteger al caballero, incluso contra su propio rey. Después de fuertes discusiones entre los consejeros del rey, se llega a un compromiso que permite a Gauvain salvar las apariencias y dejar libremente la ciudad: el duelo judicial es retrasado y de hecho no va a tener lugar ya que finalmente se probará la inocencia de Gauvain. Pero Gauvain recibe la misión de partir en busca del Grial en lugar del rey.

miércoles, 3 de mayo de 2017

El Jarama. Rafael Sánchez Ferlosio


El Jarama es una novela de corte neorrealista del escritor español Rafael Sánchez Ferlosio (n. 1927), publicada en 1955. Había obtenido el premio Nadal ese mismo año —el jurado destacó sus diálogos— y marcó un hito dentro de la novela española de la posguerra, convirtiéndose en una referencia obligada del realismo social.

Un grupo de amigos (seis chicos y cinco chicas) pertenecientes as la clase media baja, pues trabajan en cafeterías, fábricas y talleres, hacen una excursión al río Jarama a su paso por San Fernando de Henares (a 16 kilómetros de Madrid, Puente Viveros). Es un domingo de agosto y los excursionistas llegan al lugar y dejan sus pertenencias en la venta de Mauricio, que espera la llegada de muchos madrileños, que vienen a pasar el día. En la venta están los parroquianos habituales, los lugareños, que van llegando y hablan de sus cosas y dejan ver unas vidas elementales y grises.
La acción se centra en dos focos espaciales: en el Puente Viveros, lugar de los excursionistas y en la venta de Mauricio con los lugareños estáticos y las idas y venidas de los jóvenes. Los chicos y sus novias discuten de temas intrascendentes, beben, juegan a las cartas, se bañan, pasean y hablan y hablan. Sus conversaciones son anodinas, triviales, sin inquietudes. A la hora de comer tienen que ir a recoger las fiambreras que han dejado en la venta de Mauricio. Comen y descansan a la hora de la siesta y siguen dialogando sobre temas de escasa relevancia.
Por la tarde los amigos se separan: un grupo sube al jardín de la venta a bailar y el resto prefiere continuar a orillas del río. Entre los que se quedan están Tito y Lucita, que han bebido más vino de la cuenta. Tito y Lucita se besan con la euforia del alcohol. Lucita llora. Es una chica frágil, la más tímida y vulnerable del grupo.
Mauricio, el ventero, ha ido recibiendo a lo largo del día a sus clientes. Lucio, ex presidiario, ex panadero, ha sido madrugador, a las nueve menos cuarto ya estaba en la venta. Allí también está el viejo alemán Esnáider, el alguacil Carmelo, Aniano, empleado del ayuntamiento, el innombrable hombre de los zapatos blancos y el paralítico Coca-Coña. También recibirá la visita de un taxista de Madrid, Felipe Ocaña, al que conoció cuando convalecía en el hospital, que viene con una gorda impertinente y sus cuatro hijos.Mauricio tiene una hija, Justina y aquel día su novio se enfada con ella, porque no quiere que juegue con los clientes a la rana .
Cuando empieza a anochecer, Sebastián, chico alegre, y su novia Paulina se dan un baño para refrescar y limpiar su cuerpo. Lucita hace lo mismo; pero nada más entrar en el agua sufre un desmayo y muere ahogada sin que se pueda hacer nada por salvarla. Daniel sube a venta para avisar a los demás. Llaman al juez de Alcalá de Henares, que practica el levantamiento del cadáver y lo dejarán en el depósito para que el forense le haga la autopsia.
El grupo regresa a Madrid sobrecogido, angustiado y muestran su inquietud por comunicar la fatal noticia a la madre de Lucita. Luego continuarán con sus vidas, asimilada la tragedia, seguirán con su vida vulgar y sin inquietudes. Lucita muere, el Jarama sigue vivo. Lucio, el madrugador, abandona, a la una menos diez, la venta de Mauricio.

Una obra maestra de la literatura española de loa años 50. Es una descripción milimétrica de un domigo de verano a las orillas del río Jarama. Los diálogos de los múltiples personajes están transcritos con precisión magnetofónica ilustrando perfectamente estados de ánimo, tiempos muertos y conversaciones de hablar por hablar. Nada empieza ni acaba, sólo tenemos alusiones a una realidad anterior y a un futuro incierto. El único intento de crear algo parecido a un argumento narrativo se produce al final de la novela con la muerte de Lucita y las reacciones que suscita, pero tampoco se va a llegar a una conclusión narrativamente hablando. Las descripciones e insistencia en luces y sombras son de inspiración cinematográfica, incluso se podría hablar de una planificación de ese tipo.