jueves, 13 de diciembre de 2012

Exilados (Exiles). James Joyce


Exilados (Exiles) es una obra de teatro de James Joyce publicada en 1918. Respecto a la aceptación de la crítica y del público fue la obra menos exitosa de Joyce. Exilados no tenía el encanto del Retrato del artista adolescente ni la riqueza de Ulises. Los críticos decían que Exilados tenía la forma de una obra de Ibsen y la consideraron una obra derivada escrita por un joven admirador del gran dramaturgo escandinavo.

La premisa básica de Exilados implica un triángulo amoroso entre Richard Rowan (un escritor dublinés recientemente vuelto de su exilio en Roma), Bertha (su pareja de hecho) y su viejo amigo Robert Hand (un periodista). Este orden se ve ligeramente complicado por un segundo triángulo, que implica a Rowan, Hand y a la prima de Hand, Beatrice Justice.

Rowan, Hand y Beatrice han sido amigos desde la infancia. Hand y Beatrice se comprometieron en secreto cuando eran adolescentes, lo que Hand admite a Rowan unos años más tarde, cuando los dos comparten una casa a los veinte años. Esos años son recordados por Hand como “noches salvajes” que implicaban “bebida y blasfemias (por parte de Hand)... y bebida y herejía, mucho peor (por parte de Rowan)”. En una de esas noches, los dos amigos conocen a Bertha, que desde la primera noche elige estar con Rowan, a pesar de las atenciones de Hand.

Rowan y Bertha pronto escapan juntos y se dirigen al exilio en Italia. Hand trata de disuadirlos, sugiriendo a Rowan que debe irse solo primero (“para ver si lo que siente por Bertha era una cosa pasajera”) en la esperanza (como más tarde confiesa a Bertha) “de que te alejases de él cuando se hubiese ido y él de ti. Entonces te hubiera ofrecido mi regalo. Ahora sabes lo que era. El simple y común regalo que los hombres ofrecen a las mujeres. No el mejor quizás. Mejor o peor, hubiera sido tuyo”.

Una vez en el exilio, Rowan tiene relaciones sexuales con otras mujeres (“manifiestamente y muchas veces”) mientras continúa viviendo con Bertha. También empieza a escribir regularmente cartas a Beatrice y le envía capítulos de su novela. Por su parte, Beatrice se recupera de una enfermedad mortal y empieza a sentir “frialdad” hacia Hand, al que ahora ve como “un pálido reflejo” de Richard Rowan. Éste es el pasado de los personajes que se encuentra otra vez, en los suburbios de Dublín, después del regreso del exilio de Rowan y Bertha en el verano de 1912.


La acción de la obra es muy simple. Bertha está celosa de la relación de Rowan con Beatrice y Hand está celoso de la relación de Rowan con Bertha. El mismo Joyce describe la estructura de la obra como “el juego del gato y el ratón en tres actos”. La acción consiste principalmente en los intentos de Robert Hand para no perder a Bertha. En el primer acto, en casa de Rowan, Hand besa a Bertha con pasión varias veces “y pasa su mano muchas veces sobre su pelo”. Le pide que vaya a su propia casa para un segundo encuentro más tarde esa noche. Bertha le comunica a Rowan esta invitación y le pregunta si debe aceptarla. Rowan le dice que decida por ella misma.

En el segundo acto, Hand está esperando a Bertha a la hora convenida, pero en su lugar aparece Rowan. Éste explica tranquilamente que sabe todo acerca del cortejo de Hand hacia Bertha. Después de unos minutos de lo que para Hand es claramente una conversación muy incómoda, la misma Bertha llama a la puerta. Hand se va con tacto al jardín, mientras Rowan explica a Bertha la conversación que acaba de tener con Hand. Rowan se va a casa, dejando a su pareja sola con Hand. Éste empieza a seducir a Bertha otra vez. El acto termina sin resultados, con Hand preguntado a Bertha si le ama y ésta explicándole: “Me gustas, Robert, pienso que eres bueno... ¿Estás satisfecho?”

El tercer acto empieza en la casa de Rowan a las siete de la mañana. Bertha le dice a la doncella que no ha dormido en toda la noche. La doncella le dice que Rowan dejó la casa una hora antes para ir a pasear por la costa. En los periódicos de la mañana, Hand ha publicado un artículo favorable acerca de Rowan, escrito la noche anterior. Lo que ha sucedido la noche anterior no está enteramente claro. Hand y Bertha han compartido “una noche sagrada de amor”, aunque los detalles específicos acerca de esto no se exponen claramente, y los dos personajes convienen en que fue “un sueño”. Hand suministra más detalles en su relato de la noche pasada a Rowan, aunque de su tiempo con Bertha admite sólo que “ella se fue”. Entonces pretende haber ido a una hospedería donde bebió clarete, volvió a casa para escribir el artículo y luego fue a un club nocturno donde se ligó a una divorciada y mantuvo relaciones sexuales con ella en el coche de alquiler camino de casa (“tuvo lugar lo que el sutil Duns Escoto llama una muerte del espíritu”). Hand se va a “un sitio lejos” (la casa de su primo en Surrey), mientras Rowan y Bertha se reconcilian. Bertha admite que anhela reunirse con su amante, pero afirma que su amante es el mismo Rowan.

La resolución de la obra reside precisamente en el sentimiento de duda acerca de lo que ocurrió entre Hand y Bertha entre los actos segundo y tercero. Rowan se siente herido por la duda que admite que añoraba. En verdad, considera que este sentimiento de duda es lo que le permite “estar unido a Bertha en cuerpo y alma en completa desnudez”.

jueves, 29 de noviembre de 2012

El misterio de Marie Rogêt (The Mystery of Marie Rogêt). Edgar Allan Poe



El misterio de Marie Rogêt, a menudo subtitulado como “Una secuela a Los asesinatos de la Calle Morgue”, es una narración breve de Edgar Allan Poe escrita en 1842. Es la primera narración policíaca basada en hechos reales. Apareció por primera vez en la revista Snowden Ladies Companion en tres entregas: noviembre y diciembre de 1842 y febrero de 1843.

C. Auguste Dupin, el detective de Poe, y su compañero el Narrador desconocido acometen el asesinato no resuelto de Marie Rogêt en París. El cuerpo de Marie, una empleada de perfumería, es encontrado en el río Sena y los periódicos se toman un inusitado interés por el misterio. Dupin señala que los periódicos “crean una sensación... más que promover la causa de la verdad.” Así y todo, Dupin utiliza los periódicos para meterse en la mente del asesino.

Dupin utilizas sus dotes de raciocinio para determinar que un único asesino tuvo que ver con el crimen. El asesino arrastró a la chica por su cinturón de tela antes de arrojar su cuerpo desde una barca al río. Encontrar esa barca, sugiere Dupin, conducirá a la policía hasta el asesino.


La narración está basada en el asesinato real de Mary Cecilia Rogers. Rogers desapareció el 4 de octubre de 1838 en Nueva York . El asunto fue conocido como “el caso de la bella cigarrera”. Sólo unos días después los periódicos anunciaron su retorno. Se dijo que se había fugado con un oficial de la marina. Tres años más tarde, el 25 de julio de 1841, desapareció otra vez. Su cuerpo fue encontrado flotando en el río Hudson el 28 de julio en Hoboken (Nueva York). Los detalles que rodearon el caso sugerían que fue asesinada. La muerte de la chica recibió la atención de la nación entera durante semanas. Meses más tarde, con la investigación todavía en marcha, se encontró muerto a su novio, que se había suicidado. A su lado se encontraron una nota de arrepentimiento y una botella vacía de veneno.

Escribiendo acerca del asesinato de Rogers la secuela a Los asesinatos de la calle Morgue, Poe intentó resolver el mencionado enigma creando una historia policíaca. Como Poe escribió en una carta en 1842: “bajo la pretensión de mostrar cómo Dupin ... descubría el misterio del asesinato de Marie, yo, de hecho, entré en un análisis muy riguroso de la tragedia real de Nueva York”. Poe situó así la narración en París usando los detalles de la tragedia original. Aunque hubo un intenso interés por parte de los periódicos y Poe inmortalizó de alguna manera el asunto, el crimen permanece como uno de los asesinatos más misteriosos y no resueltos de Nueva York. El misterio de Marie Rogêt, sin embargo, es probablemente la primera narración policíaca basada en un crimen real.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La ciudad y los perros. Mario Vargas Llosa

 La ciudad y los perros es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010. Galardonada con el Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en octubre de 1963 y ganó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la tituló La morada del héroe y luego Los impostores. Su importancia es trascendental pues abrió un ciclo de modernidad en la narrativa peruana. A la par con otras obras de diversos autores de Latinoamérica, dio inicio al llamado “boom latinoamericano”. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a decenas de idiomas.

La obra narra las vivencias de los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado en especial de Alberto Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava, El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una vez del hoyo en donde se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo Arana, por lo que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por ello el apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus compañeros en las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan temprano para formarse y recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la formación y castiga a los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los internos es pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al colegio para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo" por parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de quinto. Este "bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante frente a los miembros del colegio como a "perros", apelativo con que se les conocía a los alumnos de grados inferiores. El Jaguar es el único al que no le pueden “bautizar”, pues se opone con violencia e incluso vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el “bautismo” duraba un mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden formar un "Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de cuarto año. El "Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda la sección es castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero reducido a sus tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa. Todos ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos, organizan el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio (revistas eróticas, cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes, y planifican el robo de las respuestas de los exámenes; la novela empieza precisamente en el momento en que se realiza el robo del examen de química. Pero el serrano Cava, a quien se le encarga tal misión, no tiene cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por lo que los del “Círculo” temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que todos sean discretos y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y Alberto se hallan de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.


 Alberto y El Esclavo empiezan a hacerse amigos y se cuentan sus intimidades. El Esclavo deseaba salir el fin de semana para visitar a una chica llamada Teresa, vecina suya, de la que estaba enamorado, pero a la que aún no se atrevía a declararse. Alberto, conocido como el Poeta, era muy solicitado por los cadetes para escribir cartas de amor a las enamoradas y novelitas eróticas, y el Esclavo le pide que le escriba unas cuantas cartas. Durante el examen de química, un papel enrollado con las respuestas del examen cae en la carpeta de Alberto, pero Gamboa lo descubre y ordena al responsable ponerse de pie. El Esclavo se levanta declarándose culpable y Gamboa le confina a no salir el fin de semana. Ese mismo sábado Alberto decide aprovechar su salida para ir donde la célebre “Pies Dorados”, una meretriz del jirón Huatica, en el distrito de La Victoria; al mismo tiempo se ofrece para llevar una carta del Esclavo para Teresa, quien vivía en el distrito de Lince. Alberto invita al cine a Teresa, y empieza a enamorarse de ella, aunque en el fondo se siente mal por faltarle así a su amigo. Regresa a casa, en Miraflores, a pasar la noche, ya sin ganas de ir donde la “Pies Dorados”.
Como era de temer, se descubre el robo de las preguntas del examen de química, y el teniente Gamboa confina a los alumnos que estaban de imaginarias esa noche, es decir, al Esclavo y Alberto, impidiéndoseles la salida hasta que descubriesen al responsable. El Esclavo, quien ya tenía una seguidilla de confinamientos, no aguanta más el castigo y en vez de “tirar contra” (salir furtivamente del colegio), prefiere delatar al culpable, Cava; éste es degradado y expulsado. Dicho castigo era terrible pues el alumno así expulsado perdía todos los años que había cursado.
El Jaguar y los demás del Círculo juran descubrir al soplón (delator) y darle un merecido castigo. Mientras tanto, El Esclavo obtiene permiso para salir del Colegio esa misma tarde y poder así visitar a Teresa. Alberto siente celos, porque también se ha enamorado de Teresa y escapa del colegio para adelantarse al Esclavo. Cuando llega donde Teresa se entera que aún no la había visitado el Esclavo. Alberto aprovecha la ocasión para declarar su amor y Teresa le corresponde. El Esclavo no llega a visitar ese día a Teresa pues sus padres le impiden salir de casa.
La vida en el colegio parece seguir su rutina habitual, pero ocurre entonces un incidente trágico. Durante una salida de práctica de tiro, hacia un descampado en las afueras del colegio, el teniente Gamboa hace las formaciones para escalar una pequeña elevación de terreno, pero en el momento de la maniobra, un alumno cae desplomado al suelo. Era El Esclavo; nadie lo nota hasta momentos después, cuando lo descubren gravemente herido. Una bala, al parecer de manera accidental, le había impactado en la cabeza.
El Esclavo es llevado a la clínica del colegio pero fallece poco después. Se celebran sus exequias ante todo el colegio. Los oficiales del colegio explican que el cadete fue víctima de su propio error, al enredarse con el gatillo de su arma y caer al suelo, disparándose; en realidad ocultan el hecho comprobado de que el disparo había venido de atrás. Sospechan un error en las maniobras y responsabilizan a Gamboa y a los otros oficiales por no ser cuidadosos, pero a fin de evitar un escándalo, mantienen la tesis oficial del error del cadete.


 Toda la sección queda impactada por el suceso. Alberto no cree en la versión oficial de la muerte y empieza a sospechar que fue un acto de venganza del Círculo, por lo de la delación del robo del examen de química. El hecho de que El Jaguar se hallara inmediatamente detrás del Esclavo al momento de las maniobras le hace convencer más en su sospecha. Atormentado por esta idea sale del colegio y se dirige donde Teresa, a quien cuenta el triste suceso; ella, confundida ante tal noticia, se limita a responderle que conocía muy poco a Ricardo, pese a que era su vecino, y trata de consolar a Alberto, preguntándole qué otra cosa más le preocupaba. Alberto se molesta con Teresa, creyéndola indiferente ante la muerte de su amigo, y ambos terminan peleando. Al final Alberto se despide de Teresa, con el presentimiento de que ya no la volvería a ver más.
Alberto visita al teniente Gamboa en su domicilio y acusa al Jaguar del asesinato del Esclavo. A la vez, delata el tráfico de licor y cigarrillos, los juegos de dados y el robo de uniformes que el Círculo realiza a escondidas en las cuadras. Gamboa trata de llevar el caso a una real investigación; por lo pronto empieza por encerrar al Jaguar en un calabozo de la Prevención, y realiza una inspección en las cuadras, donde comprueba lo dicho por Alberto, pero en cuanto a la acusación de asesinato, esta no prospera por falta de pruebas concretas. Alberto insiste en su denuncia; entonces el oficial de mayor graduación, un coronel, le llama a su oficina y le exige que deje de insistir pues de lo contrario su versión sería fácilmente rebatida, ya que la inspección realizada en las cuadras sacó también a luz sus muy solicitadas “novelitas eróticas”, lo que demostraría su gran imaginación y su nula confiabilidad como testigo. Además, sería expulsado por pervertido sexual y ningún colegio lo recibiría. Alberto declina entonces y no insiste más en su denuncia. Por el momento es recluido en el calabozo donde estaba El Jaguar, a la espera de la orden del teniente para enviarlo de regreso a la cuadra. El Jaguar y Alberto discuten. En todo momento el Jaguar niega ser el asesino del Esclavo; Alberto, por su parte, confiesa que él fue quien le acusó ante el teniente. Ambos se agarran a golpes, llevando Alberto la peor parte. Luego de pasar por la enfermería, regresan a la cuadra.
Toda la sección, encabezada por el brigadier Arróspide, cree que el Jaguar fue quien delató lo del licor y los cigarrillos, y se vuelven en su contra; varios alumnos lo rodean y lo golpean brutalmente. A pesar de ello, El Jaguar no delata a Alberto como el verdadero soplón, pero se siente muy mal al verse tratado así por sus compañeros a quienes desde un inicio había enseñado a defenderse de los abusos de los mayores. Por su parte, el teniente Gamboa se siente decepcionado de sí mismo. El incidente le hace caer en desgracia ante sus superiores, quienes deciden enviarlo a Juliaca. Antes de su partida, el Jaguar le entrega un escrito, confesando que mató al Esclavo, creyendo que con esa confesión el teniente sería rehabilitado, pero éste le responde que ya es demasiado tarde, pues el Ejército había ya decidido que la muerte de Ricardo fue accidental a fin de evitar un escándalo mayúsculo; lo único que le pide al Jaguar es que cambie de actitud y saque algún provecho de lo sucedido.
Más adelante, tiempo después de terminar el colegio, Alberto, quien ya se ha olvidado de Teresa, se prepara para ir a los Estados Unidos a medida que los recuerdos del Colegio Leoncio Prado van haciéndose más distantes, impersonales. Conoce a una nueva integrante de su barrio, Marcela y se enamora de ella. Por otro lado, El Jaguar consigue un empleo y se reencuentra con su amor de la infancia, Teresa (la misma que fuera enamorada fugaz del Esclavo y de Alberto), con quien contrae matrimonio, cambiando así la imagen que hasta ese momento el lector se había hecho del Jaguar, convirtiéndose en un personaje más complejo de lo esperado. Lo singular del relato es que a lo largo de él se intercala la historia del Jaguar previa a su entrada en el Colegio Militar aunque sin mencionar su apelativo; y solo al final el lector poco atento a los detalles de la historia se entera que se trata del mismo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El valle del Issa (Dolina Issy). Czeslaw Milosz



El renombrado poeta polaco-lituano, Czeslaw Milosz (1911-2004), premio Nobel en 1980, elaboraba su poesía con la claridad de la prosa y su prosa con un ritmo fluido y densidad de ideas. Su novela acerca del paso de la adolescencia a la conciencia adulta, El valle del Isa (1955), es un ejemplo maravilloso de cómo el lirismo meditativo puede constituirse en una novela.

La novela está situada en los bosques salvajes de la Lituania central cerca de donde Milosz pasó los veranos de su juventud en casa de sus abuelos. El personaje central, Thomas, es un estudiante adolescente perteneciente a una familia aristocrática polaca, que va a casa de sus abuelos a pasar el verano. El abuelo Surkont es el modelo del noble lituano-polaco que se esfuerza en mantener a su casa y a los aldeanos felices, a pesar de los violentos cambios que amenazan con tragarse ese paraíso olvidado. La época en que transcurre la novela es justo después de la Primera Guerra Mundial, cuando la joven república de Lituania lucha por su independencia después de siglos de dominación extranjera: por los rusos a nivel estatal, por los terratenientes polacos a nivel local. El señorito polaco Thomas es lanzado abruptamente a un mundo fresco y vibrante, completamente alejado de la rápida vida urbana que ha conocido hasta entonces. Aquí en las aldeas y casas alrededor del río Issa, el mundo es pagano y lituano. Los antiguos espíritus y dioses habitan en las mentes y las almas de los campesinos lituanos que pueblan el nuevo mundo de Thomas. Y lo que es más importante, Thomas encuentra una nueva pasión, que le enseña más que cualquier libro escolar: el rico y primitivo mundo natural.


Más que nada, la novela de Milosz es un gigantesco poema meditativo en prosa sobre la forma y el funcionamiento de la naturaleza. Frase tras frase destila un respeto casi religioso por el Issa azul cobalto lleno de nenúfares, por los bosques impenetrables de pinos negros, que es el hogar de las becadas con la cabeza en forma de bala, los ciervos de matices siena, las temibles víboras de cuerpo negro y capucha roja cuyo mordisco letal acabaría con el más fuerte de los hombres antes de que pudiera decir Jesús, el hogar de una infinita variedad de pájaros e insectos. Thomas es capturado inmediatamente por un entorno así y se dispone a convertirse en “naturalista”. En el valle del Issa esto significa ser “cazador”. Thomas pronto se une al cazador local, Romauld, que le inicia en las artes de seguir rastros, acechar y atrapar a la presa. Thomas desea con todas sus fuerzas aprender este arte antiguo pero fracasa lamentablemente. Siempre un paso por detrás, demasiado indeciso para tirar del gatillo, fracasa en lograr una gran presa. Al final mata una ardilla. La muerte deliberada de esta víctima inocente e insospechada provoca en Thomas una iluminación dolorosa. A través de sus lágrimas de remordimiento y la angustia de la culpa, Thomas crece instantáneamente. Ha tomado una vida, de este modo pierde la inocencia. Esta metáfora de la caída del hombre es el punto central del libro.

Este clímax en la vida de Thomas subraya el tema central de la obra de Milosz: estamos inextricablemente unidos a nuestro entorno, esclavos de un mundo exterior brutal y hermoso que nos tiene en sus manos. El mundo natural es la columna vertebral, los músculos y el tejido de esta novela. Los personajes que constituyen el microcosmos de Thomas son meros peones de la naturaleza omnipotente y, a través de ellos, Milosz presenta su credo: acepta tu sitio en la naturaleza de las cosas o la aflicción se apoderará de ti. Hay varios ejemplos de ello. Magdalena desea al sacerdote de la aldea y finalmente consigue sus designios, pero a un precio terrible. Rechazada por sus paisanos, escoge el suicidio y su fantasma ronda la aldea hasta que finalmente encuentra su lugar otra vez. Balthazar, el guardabosques, desea una vida con más tierras, más dinero y una mujer más hermosa. Es un deseo peligroso que finalmente le conduce a la locura, el caos y el asesinato.

Milosz pinta a estos personajes con pincel ligero. Deja la profundidad emocional para probar su teleología. Así, los personajes, Thomas incluido, con frecuencia parecen como sombras indistintas  sobre un mismo fondo. Pero el retrato de la naturaleza con todo su colorido salvaje, deja un imagen indeleble en la mente si no en el corazón del lector. El valle del Issa es no sólo un viaje vibrante y melancólico por el mundo que nos rodea sino también un examen distanciado, aunque extrañamente conmovedor, de aquellas pasiones interiores que buscan conectar con algo más grande.

jueves, 25 de octubre de 2012

Justine. Lawrence Durrell



La ciudad de Alejandría, Egipto, en los años entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial es evocada de manera inolvidable en Justine (1957), la primera novela del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell (1912-1990). De hecho, sería más adecuado decribir a Alejandría como un personaje central en Justine más que como un escenario. El énfasis sobre el lugar impregna las cualidades formales de la novela. Durrell, como otros de sus compañeros modernos, no se basa en una línea narrativa convencional –tanto en Justine como en el Cuarteto entero- sino que se desplaza contínuamente entre pasado y presente. El resultado es que la historia parece tener unos límites sustanciales físicos pero no temporales. La novela logra muchos de sus efectos con imágenes, de manera que a menudo se lee más como poesía que como narración. El primer plano que ocupa el lugar en la novela nos anima a considerar el grado en que nuestras acciones e incluso nuestras naturalezas, están determinadas por los ambientes. En la medida en que estos rasgos de Justine representan las pautas de la memoria, el libro es una exploración de cómo comprendemos y recordamos las experiencias. El concepto del amor que tiene Durrell es también central en la novela. Justine, cuyo título alude a la novela del marqués de Sade del mismo nombre, intenta redefinir el amor o definirlo en términos modernos. Pero de muchas maneras, las relaciones que el narrador describe (en las cuales el deseo sexual, que también es conocimiento y narcisismo, juega un papel importante) levantan más preguntas que dan respuestas acerca de la naturaleza del amor.


El propósito de Durrell al dar a la ciudad de Alejandría un papel tan importante parece ser doble: evocar la ciudad con la mayor poesía y precisión posibles y sugerir que la identidad humana está formada en gran parte por el lugar. Usando un lenguaje de gran riqueza y lirismo, Durrell presenta Alejandría como hermosa y escuálida a la vez. La luz que se filtra “a través de la esencia de los limones” y “el caldo de terciopelo triste del canal” son yuxtapuestos a “barrios hacinados” y a casas de prostitución infantil. Alejandría parece ejercer un control psicológico o espiritual sobre sus habitantes. La novela implica que donde uno nace o elige vivir no es sólo un hecho biográfico trivial sino un factor determinante. Los habitantes de la ciudad están sujetos a la búsqueda de “un asunto sensible a través del que expresar los deseos colectivos, los ruegos colectivos, que informan su cultura”. Las acciones y pensamientos de los personajes se convierten en manifestaciones del propio temperamento de la ciudad y pueden ser explicadas o justificadas por éste. Justine es caracterizada repetidamente como una “verdadera hija de Alejandría”, implicando que este hecho dicta su conducta. Para Durrell, Alejandría representa, entre otras cosas, libertad sexual, así como escepticismo, intelectualismo y agotamiento. Aunque no queda claro si esto significa que debemos absolver a los personajes de responsabilidad individual. Mientras sus acciones a menudo parecen ser prescritas por los “deseos colectivos” de Alejandría, es difícil no hacer responsables a los personajes por el daño que a veces causan a otros.


El lugar, como opuesto a la cronología, es también el principio organizativo de la estructura de la novela. Como Virginia Woolf y Marcel Proust, los experimentos de Durrell reflejan la idea de que el tiempo cronológico no necesariamente se corresponde con la experiencia vivida o nuestro recuerdo de ella. En Justine, no hay referencias a fechas específicas, aunque una cronología aproximada puede construirse retrospectivamente, y la narración se mueve hacia atrás y hacia delante en el tiempo, a menudo sin transiciones explícitas. El narrador, al que nunca se nombra, explica que es importante para él recordar los acontecimientos no en el orden en que ocurrieron –para eso está la historia- sino en el orden en que primero fueron significativos para él. La novela sigue una lógica interna, yuxtaponiendo imágenes e ideas de la misma manera que lo hace la poesía, más que presentar acontecimientos en un orden cronológico como lo hace la historia. El lector, sin embargo, puede quedar algo desorientado por esta idiosincrasia. Durrell nos pide que consideremos si, por divergir de ciertas convenciones narrativas, Justine representa de manera realista el tratamiento y recuerdo de la experiencia.

El aspecto más provocativo de Justine puede ser la crítica que hace Durrell, al igual que su maestro Henry Miller, del concepto puritano o victoriano del amor y su descripción de una clase de amor que es más liberado sexualmente, no posesivo e intelectualmente complejo. El “tipo peculiar de amor” entre el narrador y Justine es descrito como el disfrute narcisista de una experiencia mutua en la cual nadie siente la necesidad de poseer al otro, la relación fomenta el crecimiento personal pero no la comunicación profunda. El narrador habla despectivamente de los “otros sentimientos, compasión, ternura, etc.”, que “existen sólo en la periferia y pertenecen a la construcción social y al hábito”. Aunque hay muchas indicaciones de que el amor que Durrell describe es problemático en sí mismo. Primero, esta nueva definición del amor puede ser simplemente una justificación autocomplaciente para seguir los impulsos del deseo sexual. El narrador se pregunta si la relación entre él y Justine es “una banal historia de adulterio que está entre los lugares comunes más baratos de la ciudad” y además una historia que “no merece trampas románticas o literarias”. Más adelante, su propio dolor y celos al leer la novela escrita por el ex marido de Justine, Nessim, lo lleva a la locura, y la compañera del narrador, Melissa, que finalmente muere, sugiere que el precio de esta clase de amor puede ser muy elevado. Al final, debemos preguntarnos si Durrell describe un amor como debe ser, sin restricciones por sensibilidades anticuadas y sin posesión, o si lo que describe es realmente el fracaso de amar completamente o maduramente.

jueves, 18 de octubre de 2012

Dos damas muy serias (Two Serious Ladies). Jane Bowles



Considerada por Tennessee Williams como su libro favorito, Dos damas muy serias (publicada en 1943) es un logro singular, un clásico moderno de culto y la única novela de la escritora norteamericana Jane Bowles (1917-1973).

Bowles, la escritora favorita de la vanguardia, disecciona el lugar que ocupan las mujeres en la sociedad con una destreza delicada pero devastadora. Christina Goering y Frida Copperfield se conocen en una fiesta en un suburbio de Nueva York: la primera es una solterona rica, la segunda está casada, pero ambas buscan escapar de su medio social sofocante, aunque los caminos que eligen para buscar la salvación las alejan mucho. Abandonando su hogar familiar, la señorita Goering se va a vivir a una casa en ruinas en una isla, pero su ascetismo cede rápidamente a encuentros cada vez más sórdidos con hombres extraños. La señora Copperfield acompaña debidamente a su marido en un crucero a Panamá, pero se enamora de una prostituta y es tragada por un mundo de bares y burdeles de mala muerte. Cuando las dos mujeres se encuentran otra vez, han cambiado mucho, han sufrido los estragos de sus perezosas odiseas, pero han encontrado una nueva fuerza también. "Me he hecho pedazos, una cosa que había buscado durante años", declara la señora Copperfield. "Sé que soy tan culpable como pueda serlo, pero guardo mi felicidad como una loba y ahora tengo autoridad y cierta cantidad de audacia que nunca había tenido antes."

La prosa de Bowles, frugal y elíptica, tiene una cualidad alucinatoria, atravesada por momentos de claridad sobrecogedora e ingenio. Sus personajes mantienen una opacidad de esfinges, tan inquietante como absorbente. "Si estás sólo interesada en una vida soportable, quizás esto no te concierne," escribe una de ellas. Este es el desafío que yace en el corazón de la novela de Jane Bowles.

jueves, 11 de octubre de 2012

Sentido y sensibilidad (Sense and Sensibility). Jane Austen


Sense and Sensibility, título original en inglés, también conocida como Sentido y sensibilidad, Sensatez y sentimientos, Juicio y sentimiento o Juicio y sensibilidad, es una novela de la escritora británica Jane Austen publicada en 1811. Fue la primera de las novelas de Austen en ser publicadas, bajo el seudónimo de "A Lady" (una dama).

La señora Dashwood y sus hijas Elinor, Marianne, y Margaret, quedan empobrecidas después de la muerte de su marido. Su finca, Norland en Sussex, debe pasar a John Dashwood, hijo de su primer matrimonio. Aunque John prometió a su padre cuidar de su madrastra y hermanas, su egoísta esposa, Fanny, fácilmente le disuade de darles parte de su herencia. Las Dashwood son tratadas como huéspedes no deseados en su propio hogar, y pronto empiezan a buscar otro lugar en el que vivir.
Mientras tanto, Elinor se siente atraída por el hermano de Fanny, Edward Ferrars, que está de visita. Edward es un joven callado, sin pretensiones, con un agradable carácter. No tiene ningún deseo de cumplir los deseos de su madre y hermana que quieren verlo como un famoso político o una "figura elegante en el mundo". Aunque no es guapo ni encantador, Elinor pronto admira la inteligencia de Edward y su buen sentido. Sin embargo, la fortuna de Edward depende del deseo de su madre. Elinor sabe que la señora Ferrars quiere que su hijo se case con una dama de alto rango, y no se permite a si misma concebir esperanzas de matrimonio.
La señora Dashwood y sus hijas pronto marchan de Norland a Barton Cottage, en Devonshire. Su casero es Sir John Middleton, un primo lejano que generosamente les ofrece una renta baja. Vive en Barton Park con su mujer, fría y elegante, y sus hijos. También se quedan en Barton Park la madre de Lady Middleton, la señora Jennings, y el Coronel Brandon, un viejo amigo de Sir John. La señora Jennings, una jovial mujer mayor a la que le encanta bromear y chismorrear, decide pronto que el Coronel Brandon debe enamorarse de Marianne. Ella bromea con ambos sobre el tema, para confusión de Marianne, quien considera que el Coronel Brandon, de 35 años, es un viejo solterón enfermizo, incapaz de enamorarse o inspirar amor a nadie.
Un día, Marianne y Margaret pasean por la campiña cercana a Barton Cottage y se ven sorprendidas por la lluvia. En su desesperado intento por llegar a casa, Marianne se resbala en la hierba húmeda y se tuerce un tobillo. Margaret no puede detener su vertiginoso descenso y bajo la intensa lluvia, llega primera al hogar. El señor Willoughby, joven gallardo y guapo, pasa por allí. Rescata a Marianne, y se gana su admiración y la de la familia al llevarla de vuelta a casa. Después de este incidente, Willoughby comienza a visitar a Marianne cada día.


Los dos se hacen íntimos, y Elinor y la señora Dashwood comienzan a sospechar que la pareja se ha prometido en secreto. Sin embargo, la naturaleza sentimental de la señora Dashwood le impide seguir el consejo de Elinor y preguntarle simplemente a Marianne sobre su relación con Willoughby. Marianne queda desolada cuando Willoughby inesperadamente anuncia que debe marcharse a Londres por asuntos de negocios, para no regresar al menos por un año.
Edward Ferrars viene a visitar a las Dashwood a Barton Cottage, pero parece infeliz y se mantiene distante respecto a Elinor. Ésta teme que él ya no tenga sentimientos hacia ella. Sin embargo, a diferencia de Marianne, ella no se permite regodearse en su tristeza.
Poco después, Anne y Lucy Steele, primas de Sir John Middleton, vienen a quedarse en Barton Park. Sir John dice a Lucy que Elinor está unida a Edward, lo que impulsa a Lucy a informar a Elinor en una confidencia que ella (Lucy) está prometida a Edward en secreto desde hace cuatro años. Aunque Elinor inicialmente culpa a Edward por comprometer sus afectos cuando él no era libre para hacerlo, pronto se da cuenta de que se prometió con Lucy cuando era joven e ingenuo. Elinor comprende que Edward no ama ni admira a Lucy, pero que no la herirá ni deshonrará rompiendo su compromiso. Elinor oculta su desilusión a su familia y amigos, y logra convencer a Lucy de que ella no siente nada por Edward.
Elinor y Marianne pasan el invierno en la casa de la señora Jennings en Londres. Marianne escribe a Willoughby, pero sus cartas quedan sin respuesta. Encuentran a Willoughby en una reunión, y él las trata fríamente de una manera formal. Más tarde envía a Marianne una carta informándola de que se ha comprometido con la señorita Grey, una mujer muy rica de clase inferior. Marianne reconoce ante Elinor que ella y Willoughby nunca se prometieron, pero que ella lo amaba y que él la hizo pensar que era verdaderamente correspondida.


El coronel Brandon revela a Elinor que Willoughby había seducido a la hija adoptiva del coronel, la señorita Eliza Williams, y la abandonó cuando quedó embarazada. El coronel estuvo en una ocasión enamorado de la madre de la señorita Williams, una mujer que se parecía a Marianne y cuya vida quedó destruida por un infeliz matrimonio arreglado con el hermano del coronel.
Más tarde, la señora Jennings cuenta a Elinor que la señora Ferrars había descubierto el compromiso entre Edward y Lucy. Edward se niega a acabar con el compromiso y su madre lo deshereda. Elinor y Marianne lo lamentan por Edward, y piensan que él es muy honrado al permanecer prometido a una mujer con la que probablemente no sea feliz. Anne Steele dice a Elinor que Lucy aún pretende casarse con Edward, quien pretende tomar las órdenes sagradas para poder mantenerse. El coronel Brandon, sabiendo que la vida puede quedar arruinada si se niega el verdadero amor, ofrece su parroquia de Delaford a Edward, aunque lo conoce muy poco. Elinor conoce al aburrido hermano de Edward, llamado Robert y queda sorprendida al descubrir que él no tiene reparos en obtener la herencia de su hermano.
Marianne enferma gravemente después de un paseo por la lluvia durante la cual ella se ve superada por el sufrimiento debido a Willoughby, y el coronel Brandon va a buscar a la señora Dashwood. Willoughby llega y dice a Elinor que él tenía enormes deudas cuando su benefactora descubrió sus acciones hacia la señorita Williams y lo desheredó. Entonces decidió casarse con una mujer rica. Dice que aún ama a Marianne. Busca su perdón, pero sus egoístas acciones carecen de justificación. Mientras tanto, el coronel Brandon descubre a la señora Dashwood su amor por Marianne.


Marianne se recupera y las Dashwood regresan a Barton Cottage. Elinor le cuenta a Marianne la visita de Willoughby. Sin embargo, Marianne afirma que aunque ella lo amó, no podía haber sido feliz con el padre libertino de un niño ilegítimo, incluso si él hubiera permanecido a su lado. Marianne afirma también que se da cuenta de que su enfermedad sólo se debía a que se regodeaba en su dolor, por su excesiva sensibilidad, y que, de haber muerto, habría sido el equivalente moral de un suicidio. Refiriéndose en particular a la bravura y buen sentido de Elinor, decide reformarse.
La familia descubre que Lucy se ha casado con el señor Ferrars. Cuando la señora Dashwood se da cuenta de lo disgustada que está Elinor, finalmente comprende que los sentimientos de Elinor hacia Edward son fuertes, y lamenta no haber prestado más atención a su infelicidad. Sin embargo, al día siguiente llega Edward y revela que Lucy no se ha casado con él sino con su hermano. Dice que quedó atrapado en este compromiso con Lucy "una mujer a la que había dejado de amar hacía tiempo", pero que ella rompió el compromiso para casarse con el ahora rico Robert. Le pide a Elinor que se case con él, y ella accede. Edward se reconcilia con su madre, que le da 10.000 libras, suficiente para que ellos vivan confortablemente. Se casan y se mudan a la parroquia de Delaford. Sin embargo, la reconciliación de Edward con su madre es parcial e insuficiente. Su madre le repudió por querer casarse con Lucy, pero cuando ésta se casó con su segundo hijo, la señora Ferrars se hizo amiga suya, y continúa favoreciéndolo, sin que Edward recupere plenamente su posición anterior.
La patrona del señor Willoughby al final le deja su dinero, afirmando que su matrimonio con una mujer de buen carácter lo redime. Willoughby se da cuenta entonces de que casarse con Marianne hubiera producido el mismo resultado. Debe vivir sabiendo que en caso de haberse comportado honorablemente, podría haber tenido tanto el amor como el dinero.
En los dos años siguientes, la señora Dashwood, Marianne y Margaret pasan la mayor parte de su tiempo en Delaford. Marianne madura y decide casarse con el coronel, aunque hacia él siente más respeto que pasión. No obstante, después del matrimonio se da cuenta de que lo ama de verdad. Ella y el coronel se establecen cerca de Elinor y Edward, de manera que las hermanas y sus maridos pueden visitarse a menudo.

martes, 9 de octubre de 2012

Los asesinatos de la calle Morgue (The Murders in the Rue Morgue). Edgar Allan Poe


Los asesinatos de la calle Morgue es un relato corto de Edgar Allan Poe (1809-1849)  publicado en el Graham’s Magazine en 1841. Se le conoce como la primera historia de detectives publicada. Poe se refería a ella como uno de sus “cuentos de raciocinio”.

La historia se refiere al desconcertante doble asesinato de Madame L’Espanaye y su hija en la calle Morgue, una calle imaginaria de París. Los relatos de los periódicos revelan que la garganta de la madre fue cortada de tal manera que la cabeza está apenas unida al cuerpo y que la hija, después de ser estrangulada, fue metida en la chimenea. El asesinato ocurrió en una habitación inaccesible en el cuarto piso, cerrada con llave por dentro. Los vecinos que oyeron el asesinato suministran relatos contradictorios, cada uno declarando que oyó al asesino hablando en un idioma diferente. Los testigos dicen que la lengua no era clara y admiten que no conocían el lenguaje que habían oído.

El detective parisino Dupin y su amigo, el desconocido narrador de la historia, leen los relatos de los periódicos con interés. Los dos viven recluídos y no admiten visitantes. Han cortado todo contacto con “antiguos asociados” y salen sólo de noche. Cuando un hombre llamado Adolphe Le Bon es encarcelado aunque no existen evidencias contra él, Dupin se siente tan intrigado que ofrece sus servicios a G., el prefecto de policía.

Ya que ninguno de los testigos coincide en el idioma que hablaba el asesino, Dupin concluye que no estaban oyendo una voz humana. Encuentra un pelo en la escena del crimen, que es bastante raro. Concluye que no es pelo humano. Dupin inserta un anuncio en los periódicos preguntando si alguien ha perdido un orangután. El anuncio es contestado por un marinero que acude a la casa de Dupin. El marinero ofrece una recompensa por el retorno del orangután; Dupin le pide toda la información que tenga sobre los asesinatos en la calle Morgue. El marinero revela que tenía un orangután cautivo que había obtenido en Borneo. El animal se escapó con la navaja de afeitar de su dueño. Cuando perseguía al orangután, éste se escapó escalando un muro y subiendo por un pararrayos, entró en el apartamento de la calle Morgue por una ventana.

Una vez en la habitación, sorprendió a Madame L’Espanaye que no pudo defenderse mientras el orangután intentaba afeitarla imitando la rutina diaria de su dueño y mientras hacía esto, cortó accidentalmente la garganta a la mujer. Este acto sangriento le puso furioso y apretó la garganta de la hija hasta que ésta murió. El orangután se acordó luego del látigo de su dueño, al que temía, e intentó esconder el cuerpo metiéndolo en la chimenea. El marinero, consciente del asesinato, se asustó y huyó, permitiendo escapar al orangután. El prefecto de policía, oyendo esta historia, señala que la gente debe ocuparse de sus propios asuntos. Dupin responde que G es demasiado socarrón para ser profundo.

martes, 2 de octubre de 2012

Arte y sociedad (Art and Society). Herbert Read


Sir Herbert Edward Read (1893–1968) era poeta, crítico de literatura y arte. Fue uno de los primeros escritores ingleses en divulgar el existencialismo y estuvo fuertemente influenciado por el pensador proto-existencialista Max Stirner.

Read era y sigue siendo más conocido como crítico de arte. Fue el defensor de artistas ingleses modernos como Paul Nash, Ben Nicholson, Henry Moore y Barbara Hepworth. Estuvo asociado al grupo de arte contemporáneo de Paul Nash llamado Unit One. Read fue profesor de Bellas Artes en la Universidad de Edinburgo (1931-1933) y editor del Burlington Magazine (1933-1938) que marcaba las tendencias en el arte. Fue uno de los organizadores de la Exposición Surrealista Internacional de Londres de 1936 y editor del libro Surrealism, publicado en 1936, que incluía colaboraciones de André Breton, Hugh Sykes Davies, Paul Eluard y Georges Hugnet. Fue administrador de la Tate Gallery y conservador del Victoria & Albert Museum (1922-1939), así como cofundador del Instituto de Artes Contemporáneas con Roland Penrose en 1947. De 1953 a 1954 fue profesor en la Universidad de Harvard. Durante los años académicos 1964-1965 fue miembro del Centro de Estudios Avanzados de la Wesleyan University.

En su libro Arte y sociedad (Art and Society, 1945), Read expone que ningún tipo de actividad humana dura tanto como las artes plásticas, y nada de lo que sobrevive del pasado es tan valioso para comprender la historia de la civilización. La naturaleza real de la actividad humana que llamamos estética y que resucita tales objetos, continua siendo un problema psicológico. Intenta, pues, explorar el carácter general de las semejanzas que, es de suponer, existen entre la forma que la sociedad toma en un período determinado y las formas de arte contemporáneo. Hay que distinguir, en primer lugar, entre el arte como factor económico y el arte como expresión de ideales, aspiraciones espirituales y mitos, es decir, el aspecto ideológico del arte.

Hay que considerar el arte como el modo más perfecto de expresión que ha logrado la Humanidad. Como tal se ha propagado desde los mismos albores de la Civilización. Siempre, en cada fase de la Civilización, ha advertido que lo que llamamos la actitud científica es inadecuada. La conciencia que ha desarrollado a partir de su cauta astucia sólo puede compararse con hechos objetivos; más allá de tales hechos se encuentra un ámbito del mundo solamente accesible al instinto y a la intuición. El desarrollo de estos modos más oscuros de aprehensión ha sido el fin del arte; no podremos comprender la Humanidad y su Historia hasta que admitamos la importancia y, desde luego, la superioridad del conocimiento representado por el arte.

El arte es un modo de expresión, un lenguaje que puede hacer uso de tales cosas útiles, del mismo modo que el lenguaje mismo hace uso de la tinta, del papel y de las máquinas de imprenta, para transmitir un significado. El arte es una forma de conocimiento, y el mundo del arte es un sistema de conocimiento tan precioso para el hombre como el mundo de la filosofía o de la ciencia.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Los cachorros. Mario Vargas Llosa


Los cachorros es una novela breve del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en 1967.
No es fácil determinar el tema principal de esta novela breve. Se suele relacionar directamente con "La ciudad y los perros", por el argumento (la adolescencia y la juventud, los problemas de adaptación, la sociedad fiera que castiga al que no sigue sus reglas o cumple sus requisitos...). La novela muestra la falta de adaptación propiciada por algo insalvable, la castración física. Esta castración puede simbolizar esa falta de machismo en el personaje (Pichula Cuéllar), rasgo que caracteriza esta sociedad retratada. Cuéllar, sin embargo, nunca rechaza este machismo, sino que intenta adaptarse a él, aun sabiendo que no puede.
Puede tomarse, pues, como una crítica a la presión que la sociedad ejerce sobre el individuo diferente. La pandilla de amigos (que representa la sociedad), le aceptan, le toleran, pero cuando se hacen mayores y su rebeldía cesa, se apartan de él. Los padres del chico son también parte de esta sociedad. No facilitan el camino a su propio hijo, no le incitan a la autorreflexión, ni reflexionan ellos, tan solo se compadecen, e intentan ocultar el problema. Hay, entonces, también, una crítica personal muy fuerte, lo que realmente causa la infelicidad de Cuéllar: su malestar, su conducta, es su falta de reflexión y conocimiento de sí mismo. Cuéllar no se acepta, mantiene en completo silencio su problema, intenta seguir los cánones del grupo, que nunca podrá seguir plenamente por su castración.
Sólo hay un momento que permite ver una especie de pensamiento más profundo y de rebeldía frente al grupo, es el enamoramiento de Teresita. Con la llegada de la chica, Cuéllar siente cosas nuevas. Incluso aparecen nuevos intereses que desconciertan a sus amigos que piensan que quiere admirarla, hablando de “cosas raras y difíciles”  como la religión, la política, el espiritismo... Cuando el protagonista revela a sus amigos su amor por ella confiesa, casi inaudiblemente, que no quiere empezar una relación con la chica, porque no quiere luego dejarla. Pero no busca soluciones. Pronto, y ante la incomprensión del grupo rechaza sus primeros sentimientos, no encuentra una resolución que no sea el miedo, y vuelve a fracasar, lo que le provocará una caída cada vez más fuerte.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Teoría de las ideologías. Eugenio Trías


Eugenio Trías (Barcelona, 1942) es un filósofo español. Es considerado, por buena parte de la crítica, el pensador de escritura castellana más importante desde Ortega y Gasset.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona en 1964, prosiguió sus estudios en Pamplona, Madrid, Bonn y Colonia. Desde 1965 fue profesor ayudante y luego profesor adjunto de Filosofía en las Universidades Central y Autónoma de Barcelona. En el curso académico 1972-73 se desplaza a Brasil y Argentina, en cuyas universidades imparte cursos y conferencias. En 1976 accede al puesto de profesor adjunto de Estética y Composición en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En 1986 obtiene la Cátedra de Filosofía en dicha facultad, en la que permanecerá hasta 1992. Ese año es nombrado profesor de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde continúa actualmente como catedrático de Historia de las Ideas.

Su concepción de la filosofía es unitaria y enciclopédica, ya que ha desplegado sus principales ideas en campos tan distintos como la ética, la reflexión cívico-política, la estética, la filosofía de la religión, la reflexión histórico-filosófica, la teoría del conocimiento y la ontología. Puede decirse que ha abordado prácticamente todos los campos por donde la filosofía puede desplegarse. Pero sus ámbitos preferenciales han sido, sobre todo, la filosofía del arte y la estética, por una parte; y, la filosofía de la religión. Si bien, ha intentado siempre que todo ello derivara de una concepción propia y personal de la filosofía, de orientación ontológica, que suele ser identificada y reconocida como «filosofía del límite» (sobre todo en su producción escrita y en su desarrollo docente a partir de mediados de los años ochenta). Muchos de sus libros se han convertido ya en referencias ineludibles de la filosofía española del último medio siglo. Obras suyas como Tratado de la pasión, Lo bello y lo siniestro, Los límites del mundo o La edad del espíritu se han constituido ya en obras clásicas del pensamiento filosófico de estos años. Su obra (de caracteres enciclopédicos) está considerada por la crítica como uno de los hitos filosóficos más relevantes del pensamiento español del siglo XX. Se ha ponderado por la crítica la relevancia que en su obra adquiere su escritura, su peculiar estilo (en el que el pensamiento filosófico se manifiesta portador de antenas poéticas de innegable valencia literaria). Su obra constituye, además de una muy relevante aportación al acervo filosófico español, un amplio despliegue textual y de escritura que va a quedar como uno de los más sólidos ejercicios de su generación en el terreno de la literatura filosófica, o de la escritura que se orienta hacia el conocimiento. Tiene publicados más de treinta libros algunos de los cuales han alcanzado varias ediciones en España y el extranjero.



En la Teoría de las ideologías (1970) se advierten dos de las corrientes de pensamiento que más han influido en la formación filosófica de su autor: el marxismo y el estructuralismo. Constituye un intento de revitalizar la tradición teórica del marxismo mediante una revisión a fondo de uno de sus puntos clave: la teoría de las ideologías. El lector encontrará asimismo un conjunto de discusiones con los principales representantes de la «sociología del conocimiento», así como con algunas de las tendencias del marxismo de mayor empuje, como la que representó Althusser.

martes, 18 de septiembre de 2012

Historias de cronopios y de famas. Julio Cortázar


Historias de cronopios y de famas (1962) es un peculiar e inclasificable libro que, estructurado en cuatro partes (Manual de instrucciones, Ocupaciones raras, Material plástico e Historias de cronopios y de famas), ofrece en palabras de Alberto Cousté una suerte de ética, disfrazada por el humor y protegida de la solemnidad por la ternura . En esta obra, Cortázar alterna el relato breve, la viñeta y el ensayo lírico.
Cortázar utiliza por primera vez el término "cronopio" en 1952, en una crónica a un concierto de Louis Amstrong (posteriormente incluida en La vuelta al día en ochenta mundos) que titula "Louis, enormísimo cronopio". Es en ese mismo año cuando la presencia de los "cronopios" se le imponen casi sin buscarlo:
En 1952, yo estaba en París y fui a un concierto en "Les Champs Elisées" de homenaje a Igor Stravinsky. Me sentía muy conmovido viendo a Stravinsky dirigiendo la orquesta y a Jean Cocteau recitando una de las obras.
En el entreacto, todo el mundo salió a tomar café. Yo no tuve ganas de salir y me quedé completamente solo en ese inmenso teatro y, de golpe, tuve la sensación de que había en el aire personajes indefinibles, una especie de globos que yo veía de color verde, muy cómicos, muy divertidos y muy amigos, que andaban por ahí circulando. Inmediatamente supe que su nombre era "cronopios".

Historias de cronopios y de famas ofrecen una suerte de taxonomía humorística y sui géneris del género humano. Cortázar la explica así:
Empecé a escribir sin saber cómo eran. Luego tomaron un aspecto relativamente humano, con esas conductas especiales de los cronopios, que son un poco la conducta del poeta, del asocial, del hombre que vive un poco al margen de las cosas.
Frente a ellos están los famas: grandes gerentes de los bancos, presidentes de las repúblicas, la gente formal que defiende el orden.

Las esperanzas son personajes intermedios, que están un poco a mitad del camino, sometidas, según las circunstancias, a las influencias de los famas o de los cronopios.

Todas las aventuras que les suceden dependen de la psicología de cada uno de ellos.

Las Historias de cronopios y de famas son una sucesión de situaciones descabelladas, instántaneas de humor surrealista que socavan el racionalismo trivial y mecanizado. Según Jaime Alazraky, situaciones límite que ilustran el principio patafísico de Alfred Jarry, según el cual lo verdaderamente importante no son las leyes, sino las excepciones .

En Historias de cronopios y de famas, Cortázar expresa su rebeldía contra los objetos y personas que constituyen nuestra vida cotidiana y nuestra mecánica manera de relacionarnos con ella.

sábado, 28 de julio de 2012

Los cuatro grandes (The Big Four). Agatha Christie


Los cuatro grandes (The Big Four) es una novela policíaca de Agatha Christie, publicada en 1927, siendo sus protagonistas el detective belga Hercule Poirot y su fiel amigo el capitán Hastings.

Este libro no es propiamente una novela con una intriga que se desarrolla de principio a fin. El origen de la novela ya nos da cuenta de la dificultad de su clasificación. Se compone originalmente de doce relatos publicados en las columnas de la revista The Sketch. Los relatos tienen como hilo conductor la lucha de Poirot y Hastings contra una banda criminal con ramificaciones a nivel mundial y comprometida en una conspiración que tiene por objetivo tomar el poder sobre el mundo entero. Cada intriga era independiente de las otras, aunque hay una progresión narrativa en el conocimiento cada vez más creciente que Poirot y Hastings tienen de sus cuatro enemigos.

La transformación de los doce relatos en novela se acompañó del añadido de una introducción y un epílogo. El libro final tiene 18 capítulos. Agatha Christie cuenta en su autobiografía póstuma, aparecida en 1977, la ayuda preciosa de que se benefició en 1926 por parte de su cuñado Campbell Christie ("un chico adorable con quien tuve siempre una gran amistad"), para reformar y reescribir parcialmente aquellas historias y darles forma de novela. En esa época ella se encontraba en una situación financiera delicada debido al naufragio de su matrimonio con Archibald Christie y sin ninguna obra que ofrecer a su editor William Collins.

Más que al género de la novela policíaca (Los cuatro grandes no tiene, por ejemplo, ninguna característica del "whodunit", ya que conocemos muy rápidamente la identidad de la mayoría de los criminales de la intriga), este libro se acerca parcialmente a los géneros de la novela de espionaje y a la de aventuras.

lunes, 23 de julio de 2012

Los misterios de Udolfo (The Mysteries of Udolpho). Ann Radcliffe



Los misterios de Udolfo de Ann Radcliffe, fue publicada en cuatro volúmenes el 8 de mayo de 1794 por G.G. y J. Robinson de Londres. Los editores le pagaron 500 libras por el manuscrito. El contrato está conservado en la Biblioteca de la Universidad de Virginia.

Los misterios de Adolfo es la novela gótica por excelencia, repleta de incidentes de terror físico y psicológico; castillos aislados y en ruinas; acontecimientos aparentemente sobrenaturales; un villano melancólico e intrigante y una heroína perseguida. Radcliffe también añadió extensas descripciones de paisajes exóticos en los Pirineos y los Apeninos. Ambientada en 1584 en el sur de Francia y el norte de Italia, la novela se centra en los apuros de Emily St. Aubert, una joven francesa que se queda huérfana después de la muerte de su padre. Emily sufre el encierro en el castillo de Udolfo a manos de Montoni, un bandido italiano que se ha casado con su tía y tutora Madame Cheron. El romance de Emily con el apuesto Valancourt es frustrado por Montoni y otros. Emily también investiga la misteriosa relación entre su padre y la marquesa de Villeroi y su conexión con el castillo de Udolfo.

Emily St. Aubert es la hija única de una familia de hacendados cuya fortuna está en decadencia. Emily y su padre comparten un vínculo especialmente estrecho, debido a su aprecio compartido por la naturaleza. Después de la muerte de su madre por una grave enfermedad, el vínculo de Emily y su padre crece aún más. Ella le acompaña en un viaje desde su nativa Gascuña, a través de los Pirineos hasta la costa mediterránea del Rosellón, atravesando muchos paisajes montañosos. Durante el viaje, se encuentran con Valancourt, un apuesto joven que también siente una afinidad casi mística con el mundo natural. Emily y Valancourt se enamoran rápidamente.



El padre de Emily sucumbe a una larga enfermedad. Emily, ahora huérfana, es forzada contra sus deseos a vivir con su tía, Madame Cheron, que no comparte ninguno de los intereses de Emily y muestra poco afecto por ella. Su tía se casa con Montoni, un dudoso noble italiano. Éste quiere que su amigo el conde Morano se convierta en el marido de Emily e intenta forzarla a casarse con aquél. Después de descubrir que Morano está casi arruinado, se lleva a Emily y su esposa al aislado castillo de Udolfo. Emily teme haber perdido a Valancourt para siempre. Morano busca a Emily e intenta llevársela secretamente del castillo. Emily rechaza unirse a él porque su corazón aún pertenece a Valancourt. El intento de fuga de Morano es descubierto por Montoni, que hiere al conde y le echa. En los meses siguientes, Montoni amenaza a su esposa con violencia para forzarla a que le ceda sus propiedades en Toulouse, que a la muerte de ella pasarían a Emily. Sin haber cedido sus propiedades, Madame Cheron muere de una grave enfermedad causada por la dureza del marido. Muchos acontecimientos aterradores pero casuales suceden en el castillo, pero Emily consigue huir de él con la ayuda de su admirador secreto Du Pont, que estaba prisionero en el castillo, y los criados Annette y Ludovico. Volviendo a las propiedades de su tía, Emily se entera de que Valancourt está en París y enfermo. Al final de la novela, Emily entra en posesión de su herencia y se reúne con Valancourt.

miércoles, 18 de julio de 2012

Enrique VI, tercera parte. William Shakespeare


Enrique VI, tercera parte o La tercera parte de Enrique VI es una obra histórica de William Shakespeare. Se cree que fue escrita en 1591.

La obra empieza inmediatamente donde había terminado la segunda parte; con los partidarios de York victoriosos (York, Eduardo, Ricardo, Warwick, Montague y Norfolk) persiguiendo a Enrique y Margarita desde el campo de batalla al final de la primera batalla de St. Albans. Al llegar a las cámaras del Parlamento en Londres, York se sienta en el trono. A ello sigue una confrontación entre sus partidarios y los de Enrique. Amenazado con violencia por Warwick, que ha traído a parte de su ejército con él, Enrique llega a un acuerdo con York por el cual Enrique seguirá como rey hasta su muerte. En ese momento el trono pasará permanentemente a la casa de York y a sus descendientes. Disgustados por esta decisión, ya que deshereda al hijo de Enrique, el príncipe Eduardo, los partidarios de Enrique, conducidos por su esposa Margarita, le abandonan, y Margarita declara la guerra a los partidarios de York, apoyada por Clifford, que está decidido a exigir venganza por la muerte de su padre a manos de York durante la batalla de St. Albans.

Margarita ataca el castillo de York en Wakefield y los partidarios de York pierden la batalla. Durante el conflicto, Clifford mata a Rutland, el hijo de doce años de York. Margarita y Clifford entonces capturan al mismo York y se burlan de él; forzándole a permanecer en un montículo, le dan un pañuelo cubierto con la sangre de Rutland para secarse la frente y le ponen una corona de papel en la cabeza antes de apuñalarle. Después de la batalla, mientras Eduardo y Ricardo lamentan la muerte de York, Warwick les trae noticias de que su propio ejército ha sido derrotado por el de Margarita en la segunda batalla de St. Albans, y Enrique ha vuelto a Londres, donde, presionado por Margarita, ha revocado su acuerdo con York. Sin embargo, Jorge Plantagenet, hermano de Ricardo y Eduardo, ha prometido unirse a la causa de sus hermanos, animado por su hermana, la duquesa de Borgoña. Además, el hermano más joven de Warwick, Montague, se ha unido a él en el conflicto.

Los partidarios de York se reagrupan. En la batalla de Towton, muere Clifford y los de York celebran la victoria. Después de la batalla, Eduardo es proclamado rey, Jorge será duque de Clarence y Ricardo duque de Gloucester, aunque se queja a Eduardo de que es un ducado de mal agüero. Eduardo y Jorge dejan la corte y Ricardo revela a la audiencia sus propias maquinaciones para llegar al poder y quitar el trono a su hermano, aunque hasta el momento no está seguro de cómo llegar exactamente a ello.

Después de Towton, Warwick se dirige a Francia para obtener la mano de la cuñada de Luis XI, Lady Bona, para Eduardo. Se asegurará así la paz entre las dos naciones, uniendo en matrimonio las dos monarquías. En Francia, Warwick llega a la corte para encontrarse con que Margarita, el príncipe Eduardo y el conde de Oxford han ido a ver al rey Luis para buscar su ayuda en el conflicto de Inglaterra. Justamente cuando Luis está a punto de acceder y suministrar tropas a Margarita, Warwick interviene y convence a Luis de que estaría más de acuerdo con sus propios intereses apoyar a Eduardo y aprobar el matrimonio. En Inglaterra, la reciente viuda Lady Grey (Elizabeth Woodville) ha ido al rey Eduardo para pedir que se le devuelvan las tierras de su marido. Sin embargo, más que concederle la razón en su pleito, Eduardo se casa con ella, contra el consejo de Jorge y Ricardo, llevado por la lujuria y arrebatado por su impresionante belleza. Al enterarse de esto y sintiendo que se le haya hecho quedar como un tonto a pesar de todos sus servicios a la casa de York, Warwick acusa al rey Eduardo y cambia su lealtad a la casa de Lancaster, prometiendo la mano de su hija al príncipe Eduardo como signo de fidelidad a su causa. Poco después, Jorge y Montague también abandonan la causa del rey Eduardo, uniéndose a Warwick y a los de Lancaster. Entonces Warwick dirige una invasión de Inglaterra con tropas francesas y hace prisionero al rey Eduardo. Enrique es devuelto al trono y nombra a Warwick y Jorge Lords Protectores.


Sin embargo, poco después, Eduardo es rescatado por Ricardo, Hastings y Stanley. Noticias de la fuga llegan a la corte de Enrique y el joven conde de Richmond es enviado al exilio en Francia para su seguridad. Richmond es un descendiente de Juan de Gante, tío de Ricardo II e hijo de Eduardo III, y por lo tanto un potencial heredero de la casa de Lancaster, si algo les sucediese a Enrique y al príncipe. De aquí la necesidad de protegerle. Mientras tanto, Eduardo reorganiza sus fuerzas y se enfrenta al ejército de Warwick. En la batalla de Barnet, Jorge traiciona a Warwick y se une a los de York. Esto provoca el desorden en las fuerzas de Warwick y los de York ganan la batalla, durante la cual mueren Warwick y Montague. Oxford y el duque de Somerset ahora asumen el mando de las fuerzas de Lancaster y se unen a un segundo batallón recién llegado de Francia, dirigido por Margarita y el príncipe Eduardo. Mientras tanto, Enrique se sienta en el montículo donde estuvo York y se lamenta sobre sus problemas. Se le unen un padre que ha matado a su hijo y un hijo que ha matado a su padre, representando los horrores de la guerra civil. Enrique es capturado por dos guardabosques leales a Eduardo y encerrado en la Torre de Londres, mientras Eduardo se dirige a encontrarse con las fuerzas de Lancaster y Francia. En la subsiguiente batalla de Tewkesbury, los de York derrotan a los de Lancaster, capturando a Margarita, el príncipe Eduardo, Somerset y Oxford. Somerset es sentenciado a muerte, Oxford a cadena perpetua, Margarita es desterrada y el príncipe Eduardo es apuñalado por los tres hermanos Plantagenet en un arranque de rabia cuando él se niega a reconocer a la casa de York como la familia real legítima. Llegados a este punto, Ricardo se dirige a Londres para matar a Enrique. Al llegar a la Torre, los dos se enzarzan en una disputa y, con la rabia, Ricardo le apuñala. Con su aliento moribundo, Enrique profetiza la futura carrera de maldades de Ricardo y el caos en que se sumergirá el país por culpa de ello. En la corte, sin embargo, Eduardo ordena celebraciones, ya que cree que las guerras han terminado finalmente y que la paz duradera está en su mano. Es inconsciente, no obstante, de las maquinaciones de Ricardo y su deseo del poder a toda costa.

martes, 10 de julio de 2012

La abadía de Northanger (Northanger Abbey). Jane Austen


La abadía de Northanger fue la primera de las novelas de Jane Austen (1775-1817) que estuvo preparada para su publicación, aunque antes había comenzado a trabajar en Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio. Northanger Abbey se escribió en 1798, la autora la revisó para la imprenta en 1803, y la vendió ese mismo año por diez libras (£10) a un vendedor de libros de Bath, Crosbie & Co., quien después de dejarla durante varios años en un cajón, la revendió al hermano de la novelista, Henry Austen, por la misma suma que él había pagado al principio, desconociendo que la escritora era ya la autora de cuatro populares novelas. La novela fue revisada de nuevo antes de publicarse póstumamente a finales de diciembre de 1817.

 Portada de la primera edición (1818)

Los Allen, un matrimonio sin hijos, invitan a Catherine Morland, hija de unos amigos, a que viaje con ellos a Bath, Inglaterra. Catherine y la Sra. Allen pasan el tiempo comprando y paseando para que las vean pues no conocen a nadie ahí.
Durante unos de estos "paseos para ser vistas", Catherine es presentada a un joven clérigo llamado Henry Tilney, con quien luego de bailar mantiene una interesante conversación que basta para que Catherine quede intrigada e interesada por Henry. Al día siguiente ella lo busca en varias partes pero él parece desaparecer de su vista. Catherine sigue pensando en él pero conoce a la señora Thorpe, una vieja amiga de la señora Allen y Catherine traba una intima amistad con la hija mayor, Isabella.


Durante un tiempo Catherine e Isabella llegan a ser muy amigas y es ahí cuando aparecen los hermanos de ellas, James Morland y John Thorpe. Rápidamente Isabella empareja a Catherine con John mientras ella pasea con James, pero a Catherine poco le gusta el señor Thorpe pues lo considera vulgar, grosero y narcisista. Sin embargo John Thorpe parece estar seguro de que Catherine está dispuesta a casarse con él y así la compromete con un baile. Justo entonces aparece Henry Tilney con una elegante dama que resulta ser su hermana Eleanor. Henry le pide bailar a Catherine pero ésta no puede por su compromiso de un baile con Thorpe y se siente muy desdichada. Le presentan a la hermana de Tilney, Eleanor, y luego de hacerle un par de preguntas ésta se da cuenta de los sinceros sentimientos de Catherine por Henry.
Catherine desde entonces trata de mantener la amistad con las dos familias, Thorpe y Tilney, con los primeros por su amor a James y su amistad con Isabella, y con los segundos por su inocente interés por Henry. Sin embargo cuando comienza a intimar con Eleonor Tilney, ésta la invita a dar un paseo por el campo a lo que Catherine acepta acordando ambas en que sólo irán si no llueve y con la compañía de Henry.
Ese día amanece lluvioso pero más tarde despeja, por lo que no está segura de cómo proceder cuando pasan los Thorpe con su hermano James y le piden salir a pasear con ellos, si seguirlos o esperar por si pasan los Tilney. John Thorpe asegura a Catherine que ha visto a los Tilney en otro asunto y que no mantendrán su compromiso. Finalmente la señorita Morland va junto a los Thorpe y James muy desilusionada. Catherine queda aún más disgustada con John Thorpe por su arrogancia y su insensato tema de conversación. Cuando pasean ve a los Tilney y le ruega a Thorpe que la deje bajar para unirse a los Tilney para disculparse por el malentendido y acompañarlos en su paseo, sin embargo John no para y Catherine se enfada por su grosería.


El resto del paseo resulta de lo más aburrido y cuando vuelve a su casa se dirige a la residencia de los Tilney para excusarse con Eleanor pero le dicen que ella está fuera. Minutos después Catherine ve cómo Eleanor sale de la casa. La señorita Morland se siente mortificada por la exclusión y luego cuando están en el teatro se esfuerza al máximo por perdonarse con los Tilney y así mismo estos le explican el malentendido de decir que no estaban. Así planean nuevamente el paseo junto a Henry. Es entonces cuando el general Tilney ve a su hijo hablar con Catherine y le pregunta a John Thorpe, conocido suyo, por los datos de Catherine. John Thorpe, que está seguro del amor de la joven por él, alardea de una supuesta gran fortuna que Catherine heredará de los Allen, haciendo que el general mire con buenos ojos una posible alianza entre Catherine y Henry.
Al mismo tiempo James, John Thorpe e Isabella idean un plan para ir a ver un castillo e instan a Catherine a ir con ellos. Ante la negativa de Catherine por su compromiso previo, estos se ponen muy caprichosos y John Thorpe va donde Eleanor y le dice que Catherine ha cancelado su paseo. Catherine se da cuenta de lo sucedido y corre rápidamente para alcanzar a los Tilney. Así llega a la residencia de los Tilney en Bath donde es presentada al General Tilney que se comporta muy amablemente y todo queda solucionado con Eleanor y Henry en cuanto al paseo.
Finalmente marchan a dar el paseo, y Catherine cada vez se encuentra más a gusto con los Tilney.


Mientras, Catherine descubre que Isabella y su hermano se van a casar. Sin embargo, Isabella no se queda muy satisfecha al conocer las propiedades de James, pero convence a todos que su descontento es resultado de una necesidad de esperar dos años para casarse. En un baile, mientras James está afuera, conoce al hermano mayor de Henry, el capitán Tilney, un hombre encantador, y baila con él. De ahí se pasa a un flirteo a gran escala que Catherine, creyendo lo mejor de su mejor amiga y pronto cuñada, encuentra difícil de entender; a diferencia de Henry Tilney, que entiende la situación demasiado bien. El flirteo continúa incluso cuando James se encuentra presente, pero Catherine es demasiado feliz para darse cuenta.
Su felicidad casi acaba cuando conoce que los Tilney deben abandonar Bath; pero crece infinitamente cuando recibe una atenta invitación de Eleanor, instigada por su padre, para que ella les acompañe a su residencia, Northanger Abbey (La abadía de Northanger).
Catherine, que tiene la cabeza llena de novelas góticas, espera que la abadía de Northanger sea un antro enorme y sobrecogedor. Mientras va hacia allá, Henry comienza a describir lo que Catherine encontrará en su habitación, y empieza a amedrentarla ligeramente. Esa noche es muy tormentosa, y Catherine descubre un armario en una esquina de la habitación. Encuentra vacíos todos los cajones, y respira aliviada, pues todo se parece demasiado a lo que Henry, bromeando, le había dicho antes. Entonces descubre un rollo de manuscritos, pero antes de poder leerlos, se apaga su vela. A la mañana siguiente, lee los papeles y descubre que son sólo las listas de la lavandería.


Más tarde, el General Tilney y Eleanor llevan a Catherine de visita por toda la casa, y Catherine queda desilusionada al ver qué poco gótica es la mansión. Durante la visita, entran en una nueva ala, y Eleanor va a abrir una puerta. El General la riñe secamente, y no entran en esas estancias. Pronto le dicen a Catherine que las habitaciones eran de la Sra. Tilney, muerta nueve años antes. Catherine, con su sobreexcitada imaginación, empieza a pensar que como el General Tilney no parece ahora afectado por la muerte, debió ser indiferente, incluso hostil, a su esposa. La especulación va más allá y Catherine imagina que él mató a su esposa --pues Eleanor declaró que ellos estaban fuera cuando ella enfermó y murió-- o que ella está aún viva y prisionera en la casa.
Persuade a Eleanor para que le enseñe esas habitaciones otro día, y las jóvenes quedan sorprendidas por la súbita aparición del General Tilney en cuanto se disponen a entrar en la habitación. Catherine huye a su habitación, y cree que pronto la llamarán. Cuando aparece, sin embargo, Eleanor dice a Catherine que su padre sólo quería que ella contestase una nota. Más tarde, Catherine se va pronto para vestirse para la cena, pero en lugar de ello, empieza a investigar las habitaciones. Pronto es sorprendida por Henry, que ha regresado de Woodston, el pueblo en el que está su parroquia, más pronto de lo que esperaba, y se marcha a su habitación.
En un momento de pánico, ella le cuenta sus especulaciones respecto a su padre. Henry queda horrorizado, y le corrige sus disparatadas ideas, aunque su propio punto de vista en alabanza de la impecable sociedad inglesa revela su propia distorsión conservadora del mundo. Ella se marcha llorando y ahora teme que Henry no quiera tener nada que ver con ella. Al día siguiente, es una mujer distinta, pero queda agradablemente sorprendida cuando el General Tilney decide más tarde que él y las jóvenes visitarán a Henry mientras esté en Woodston. Catherine queda encantada con el pueblo y la parroquia, pero duda si expresar o no su interés. El General, sin embargo, la persuade, y ella queda emocionada con la parroquia a medio construir.
Catherine recibe una carta de su hermano James, diciéndola que ha sido engañado por Isabella, y que ha roto su compromiso por su comportamiento hacia el Capitán Tilney. Los hermanos Tilney quedan impresionados, pero Henry afirma que su hermano no ha podido sentir ningún afecto verdadero por Isabella. Catherine está desencantada con Isabella, y se inquieta por su relación íntima con ella.


El General Tilney deja a los jóvenes en Northanger mientras él marcha a Londres, y Catherine está asombrada por el cambio tan completo que experimenta el comportamiento de Eleanor, y que ella ha reprimido en presencia de su padre. Después de varios días encantadores, Henry se marcha a Woodston. Esa noche, el General Tilney regresa inesperadamente, y Eleanor revela a Catherine que ha habido un compromiso para toda la familia que impide a Catherine quedarse con ellos más tiempo. Catherine tiene que ser enviada a casa temprano a la mañana siguiente, de una manera sorprendente y poco hospitalaria.
Cuando vuelve a casa, la familia de Catherine está feliz por su regreso, pues ha estado fuera casi tres meses, pero Catherine permanece distraída e infeliz. Varios días después, Henry va a Fullerton y mientras caminan a casa de los Allen, explica a Catherine lo ocurrido. El General Tilney había quedado encantado con Catherine, y deseaba que se casase con Henry. Sin embargo,  había decidido eso porque no estaba suficientemente informado. Había preguntado a John Thorpe quién era ella y su situación al ver a Catherine y Henry hablando. John, que entonces estaba cautivado por Catherine, exageró las riquezas de ella y su situación familiar, y fue tan lejos que afirmó que los Allen le darían también una gran cantidad de dinero. Sin embargo, cuando el general estuvo en Londres, se encontró de nuevo con Thorpe, quien, entonces, estaba totalmente disgustado con Catherine porque lo había rechazado. El general, que oyó entonces decir que los Morland estaban empobrecidos, marchó a casa para echar de ella a Catherine.


Henry le asegura que aún quiere casarse con ella, a pesar de los intentos de su padre de apartarla de su mente. Los Morland están satisfechos con el enlace, siempre que el general Tilney dé su consentimiento. El general con el tiempo accede, pues Eleanor se casa con un hombre que recientemente había entrado en posesión de una gran cantidad de dinero y un título --irónicamente, se revela que el criado de este hombre fue quien dejó detrás suyo los manuscritos que Catherine encontró-- y los Morland no son tan pobres como Thorpe dijo la segunda vez.