La ciudad y los perros es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010. Galardonada con el Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en octubre de 1963 y ganó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la tituló La morada del héroe y luego Los impostores.
Su importancia es trascendental pues abrió un ciclo de modernidad en la
narrativa peruana. A la par con otras obras de diversos autores de
Latinoamérica, dio inicio al llamado “boom latinoamericano”. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a decenas de idiomas.
La obra narra las vivencias de los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado
en especial de Alberto Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana
“el Esclavo”, el serrano Cava, El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y
el negro Vallano, los cuales cursan el último año de secundaria,
primera sección, y están deseosos de salir de una vez del hoyo en donde
se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo Arana, por lo
que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por ello el
apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente
ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus
compañeros en las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan temprano para formarse y
recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la formación y castiga a
los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los internos es
pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo
atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al
colegio para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo"
por parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de
quinto. Este "bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante
frente a los miembros del colegio como a "perros", apelativo con que se
les conocía a los alumnos de grados inferiores. El Jaguar es el único al
que no le pueden “bautizar”, pues se opone con violencia e incluso
vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el “bautismo” duraba un
mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden formar un
"Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de cuarto año. El
"Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda la sección es
castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero reducido a sus
tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa. Todos
ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos,
organizan el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio
(revistas eróticas, cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes,
y planifican el robo de las respuestas de los exámenes; la novela
empieza precisamente en el momento en que se realiza el robo del examen
de química.
Pero el serrano Cava, a quien se le encarga tal misión, no tiene
cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por lo que los del “Círculo”
temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que todos sean discretos
y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y Alberto se hallan
de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.
Alberto y El Esclavo empiezan a hacerse amigos y se cuentan sus
intimidades. El Esclavo deseaba salir el fin de semana para visitar a
una chica llamada Teresa, vecina suya, de la que estaba enamorado, pero a
la que aún no se atrevía a declararse. Alberto, conocido como el Poeta,
era muy solicitado por los cadetes para escribir cartas de amor a las
enamoradas y novelitas eróticas,
y el Esclavo le pide que le escriba unas cuantas cartas. Durante el
examen de química, un papel enrollado con las respuestas del examen cae
en la carpeta de Alberto, pero Gamboa lo descubre y ordena al
responsable ponerse de pie. El Esclavo se levanta declarándose culpable y
Gamboa le confina a no salir el fin de semana. Ese mismo sábado Alberto
decide aprovechar su salida para ir donde la célebre “Pies Dorados”,
una meretriz del jirón Huatica, en el distrito de La Victoria; al mismo tiempo se ofrece para llevar una carta del Esclavo para Teresa, quien vivía en el distrito de Lince.
Alberto invita al cine a Teresa, y empieza a enamorarse de ella, aunque
en el fondo se siente mal por faltarle así a su amigo. Regresa a casa,
en Miraflores, a pasar la noche, ya sin ganas de ir donde la “Pies Dorados”.
Como era de temer, se descubre el robo de las preguntas del examen de
química, y el teniente Gamboa confina a los alumnos que estaban de
imaginarias esa noche, es decir, al Esclavo y Alberto, impidiéndoseles
la salida hasta que descubriesen al responsable. El Esclavo, quien ya
tenía una seguidilla de confinamientos, no aguanta más el castigo y en
vez de “tirar contra” (salir furtivamente del colegio), prefiere delatar
al culpable, Cava; éste es degradado y expulsado. Dicho castigo era
terrible pues el alumno así expulsado perdía todos los años que había
cursado.
El Jaguar y los demás del Círculo juran descubrir al soplón (delator)
y darle un merecido castigo. Mientras tanto, El Esclavo obtiene permiso
para salir del Colegio esa misma tarde y poder así visitar a Teresa.
Alberto siente celos, porque también se ha enamorado de Teresa y escapa
del colegio para adelantarse al Esclavo. Cuando llega donde Teresa se
entera que aún no la había visitado el Esclavo. Alberto aprovecha la
ocasión para declarar su amor y Teresa le corresponde. El Esclavo no
llega a visitar ese día a Teresa pues sus padres le impiden salir de
casa.
La vida en el colegio parece seguir su rutina habitual, pero ocurre
entonces un incidente trágico. Durante una salida de práctica de tiro,
hacia un descampado en las afueras del colegio, el teniente Gamboa hace
las formaciones para escalar una pequeña elevación de terreno, pero en
el momento de la maniobra, un alumno cae desplomado al suelo. Era El
Esclavo; nadie lo nota hasta momentos después, cuando lo descubren
gravemente herido. Una bala, al parecer de manera accidental, le había
impactado en la cabeza.
El Esclavo es llevado a la clínica del colegio pero fallece poco
después. Se celebran sus exequias ante todo el colegio. Los oficiales
del colegio explican que el cadete fue víctima de su propio error, al
enredarse con el gatillo de su arma y caer al suelo, disparándose; en
realidad ocultan el hecho comprobado de que el disparo había venido de
atrás. Sospechan un error en las maniobras y responsabilizan a Gamboa y a
los otros oficiales por no ser cuidadosos, pero a fin de evitar un
escándalo, mantienen la tesis oficial del error del cadete.
Toda la sección queda impactada por el suceso. Alberto no cree en la
versión oficial de la muerte y empieza a sospechar que fue un acto de
venganza del Círculo, por lo de la delación del robo del examen de
química. El hecho de que El Jaguar se hallara inmediatamente detrás del
Esclavo al momento de las maniobras le hace convencer más en su
sospecha. Atormentado por esta idea sale del colegio y se dirige donde
Teresa, a quien cuenta el triste suceso; ella, confundida ante tal
noticia, se limita a responderle que conocía muy poco a Ricardo, pese a
que era su vecino, y trata de consolar a Alberto, preguntándole qué otra
cosa más le preocupaba. Alberto se molesta con Teresa, creyéndola
indiferente ante la muerte de su amigo, y ambos terminan peleando. Al
final Alberto se despide de Teresa, con el presentimiento de que ya no
la volvería a ver más.
Alberto visita al teniente Gamboa en su domicilio y acusa al Jaguar
del asesinato del Esclavo. A la vez, delata el tráfico de licor y
cigarrillos, los juegos de dados y el robo de uniformes que el Círculo
realiza a escondidas en las cuadras. Gamboa trata de llevar el caso a
una real investigación; por lo pronto empieza por encerrar al Jaguar en
un calabozo de la Prevención, y realiza una inspección en las cuadras,
donde comprueba lo dicho por Alberto, pero en cuanto a la acusación de
asesinato, esta no prospera por falta de pruebas concretas. Alberto
insiste en su denuncia; entonces el oficial de mayor graduación, un coronel,
le llama a su oficina y le exige que deje de insistir pues de lo
contrario su versión sería fácilmente rebatida, ya que la inspección
realizada en las cuadras sacó también a luz sus muy solicitadas
“novelitas eróticas”, lo que demostraría su gran imaginación y su nula
confiabilidad como testigo. Además, sería expulsado por pervertido
sexual y ningún colegio lo recibiría. Alberto declina entonces y no
insiste más en su denuncia. Por el momento es recluido en el calabozo
donde estaba El Jaguar, a la espera de la orden del teniente para
enviarlo de regreso a la cuadra. El Jaguar y Alberto discuten. En todo
momento el Jaguar niega ser el asesino del Esclavo; Alberto, por su
parte, confiesa que él fue quien le acusó ante el teniente. Ambos se
agarran a golpes, llevando Alberto la peor parte. Luego de pasar por la
enfermería, regresan a la cuadra.
Toda la sección, encabezada por el brigadier Arróspide, cree que el
Jaguar fue quien delató lo del licor y los cigarrillos, y se vuelven en
su contra; varios alumnos lo rodean y lo golpean brutalmente. A pesar de
ello, El Jaguar no delata a Alberto como el verdadero soplón, pero se
siente muy mal al verse tratado así por sus compañeros a quienes desde
un inicio había enseñado a defenderse de los abusos de los mayores. Por
su parte, el teniente Gamboa se siente decepcionado de sí mismo. El
incidente le hace caer en desgracia ante sus superiores, quienes deciden
enviarlo a Juliaca.
Antes de su partida, el Jaguar le entrega un escrito, confesando que
mató al Esclavo, creyendo que con esa confesión el teniente sería
rehabilitado, pero éste le responde que ya es demasiado tarde, pues el
Ejército había ya decidido que la muerte de Ricardo fue accidental a fin
de evitar un escándalo mayúsculo; lo único que le pide al Jaguar es que
cambie de actitud y saque algún provecho de lo sucedido.
Más adelante, tiempo después de terminar el colegio, Alberto, quien ya se ha olvidado de Teresa, se prepara para ir a los Estados Unidos
a medida que los recuerdos del Colegio Leoncio Prado van haciéndose más
distantes, impersonales. Conoce a una nueva integrante de su barrio,
Marcela y se enamora de ella. Por otro lado, El Jaguar consigue un
empleo y se reencuentra con su amor de la infancia, Teresa (la misma que
fuera enamorada fugaz del Esclavo y de Alberto), con quien contrae
matrimonio, cambiando así la imagen que hasta ese momento el lector se
había hecho del Jaguar, convirtiéndose en un personaje más complejo de
lo esperado. Lo singular del relato es que a lo largo de él se intercala
la historia del Jaguar previa a su entrada en el Colegio Militar aunque
sin mencionar su apelativo; y solo al final el lector poco atento a los
detalles de la historia se entera que se trata del mismo.
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