jueves, 30 de octubre de 2014

En la Patagonia (In Patagonia). Bruce Chatwin


En la Patagonia (In Patagonia) es un libro de viajes escrito por Bruce Chatwin (1940-1989) y publicado en 1977.

En 1972 Chatwin fue contratado por el Sunday Times Magazine como asesor sobre arte y arquitectura. Su asociación con la revista sirvió para desarrollar sus dotes como escritor y para trabajar en muchos encargos de tipo internacional. Así escribió sobre temas como los obreros inmigrantes argelinos o la Gran Muralla China o entrevistó a personajes como André Malraux en Francia, Ernst Jünger en Alemania o Nadezhda Mandelstam en la Unión Soviética.
En 1972 Chatwin entrevistó a la arquitecta y diseñadora irlandesa Eileen Gray (1878-1976), que en esa época contaba 93 años. La entrevista tuvo lugar en el salón de la diseñadora, donde Chatwin observó un mapa de una región de Sudamérica llamada la Patagonia, que había pintado la misma Eileen. "Siempre he querido ir allí," le dijo Bruce. "Yo también," replicó ella, "vaya allí por mí." Dos años más tarde, en noviembre de 1974, Chatwin voló a Lima en Perú y llegó a la Patagonia un mes más tarde. Cuando llegó, se despidió de su revista con un telegrama: "Me he ido a la Patagonia." Pasó allí seis meses y el resultado de ese viaje fue esta obra, que estableció su reputación como escritor de libros de viajes.

El libro es altamente experimental por la manera en que está estructurado. Está dividido en un total de 97 secciones separadas, algunas de las cuales tienen la longitud de un párrafo. De alguna manera, esta construcción con su frecuente uso de la digresión más que seguir una estructura lineal regular, refleja uno de los temas subyacentes de toda la obra: una meditación sobre el vagabundeo y el nomadismo en la vida humana. Esto es acentuado por el hecho de que muchas de los relatos de la gente con la que se encuentra Chatwin durante el curso del libro, incluyen conversaciones sobre la vida nómada.
Un crítico observó en su momento que Chatwin había redefinido el género del libro de viajes con sus pequeños trozos de información histórica entrelazados con su búsqueda de anécdotas. El New York Times describió el libro como una pequeña obra maestra de viaje, historia y aventura.

La fascinación de Chatwin por la Patagonia tiene su origen en un trozo de piel de milodón (Mylodon darwini) que el marino Charley Milward, primo de su abuela, había encontrado en una cueva cercana a Puerto Consuelo en la Patagonia chilena y enviado a ésta como regalo. El milodón era un perezoso gigante extinguido hace 10.0000 años y que estaba emparentado con los actuales.

La obra se ha comparado con otros clásicos de la literatura de viajes como los Viajes de Sir John Mandeville, Eothen de Alexander Kinglake o Viaje a Oxiana (The Road to Oxiana) de Robert Byron.
Después de que Chatwin publicase su libro y se ganase su reputación como autor de libros de viajes, aparecieron algunos de los habitantes de la zona para contradecir los hechos narrados. Esta fue la primera vez, pero no la última, en que conversaciones y personajes recogidos por Chatwin, habían recibido un tratamiento más cercano a la ficción que a la realidad.

La obra recibió los premios Hawthornden y E.M. Forster.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Soledades. Luis de Góngora


Las Soledades es un poema de Luis de Góngora (1561-1627), compuesto en 1613 en silvas de versos endecasílabos y heptasílabos.
El poema nació como un proyecto dividido en cuatro partes que iban a llamarse «Soledad de los campos», «Soledad de las riberas», «Soledad de las selvas» y «Soledad del yermo». De este ambicioso poema, Góngora solo concluyó la «dedicatoria al Duque de Béjar» y las dos primeras Soledades, de las cuales dejó inconclusa la segunda.
Era la primera vez que se utilizaba el género lírico para un poema tan extenso, pues no tiene desarrollo narrativo ni ecfrástico.
El asunto de la «Soledad Primera» se puede resumir en pocas palabras: un joven náufrago llega a la playa de una isla, es recogido por unos cabreros, y termina asistiendo a una boda. La acción ocupa tres días. El primero, al anochecer, el personaje llega a la playa y siguiendo la luz de una hoguera encuentra a los cabreros, con los que pasa la primera noche. Al día siguiente parte con uno de los cabreros y por el camino se encuentran con una comitiva de serranos que van camino de una aldea cercana, donde se va a celebrar la boda de unos pastores. Uno de ellos nota por sus ropas que es un náufrago -lo que le hace recordar a su hijo muerto en la mar- y expone una larga y amarga queja contra la codicia y la navegación marítima. Este serrano lo invita a asistir a las nupcias, y esa noche duermen en la aldea. Al día siguiente se celebra el desposorio, así como una serie de juegos y bailes. El poema termina al anochecer, cuando los esposos se dirigen a su casa, donde Venus les ha preparado el blando lecho (es conocido el último verso: "a batallas de amor, campo de pluma"). Bajo tan parco argumento, inspirado en el episodio de Nausícaa de la Odisea, Góngora se dedica a dibujar una minuciosa descripción de la naturaleza, plagada de alusiones mitológicas y metáforas amplificativas, con el propósito de halagar los sentidos y hallar la belleza en todo objeto en el que fije su pluma.
En cuanto a los temas, recientes estudios han iluminado el presunto vacío de contenido de la obra gongorina. Se trata de ofrecer un ejemplo máximo del tópico de "menosprecio de corte y alabanza de aldea", donde la Naturaleza se revela como no corrompida, frente al mundanal ruido de políticos cortesanos y ambiciosos comerciantes. Para ello describe paisajes arcádicos, en una línea de inspiración neoplatónica, donde los objetos son espléndidos y la vida, un retiro ideal.
Las Soledades originaron ya desde su composición un gran debate por los extremos de dificultad de su ornato y la acumulación de alusiones mitológicas y eruditas en su discurso. Fueron atacadas por el Conde de Salinas y Juan de Jáuregui (quien compuso un ponderado Antídoto contra las Soledades y un Ejemplar poético contra ellas, aunque acabó profesando la misma o muy semejante doctrina), y defendidas por otros muchos ingenios, como Salcedo Coronel, José Pellicer, Francisco Fernández de Córdoba (Abad de Rute), el Conde de Villamediana, Gabriel Bocángel y, más allá del Atlántico, Juan de Espinosa Medrano y Sor Juana Inés de la Cruz.
Esta obra supone la cumbre del estilo gongorino y fue reivindicada y alabada por parnasianos y simbolistas franceses y por la generación del 27, que rindió un merecido homenaje en 1927 a Góngora con motivo del tricentenario de su muerte, acontecimiento que dio nombre a la citada generación poética.

Las Soledades son el poema en el que Góngora se propuso desarrollar su estilo inimitable hasta sus últimas consecuencias. El Polifemo fue una primera fase de este proyecto, si bien la rigidez del argumento (que debía ceñirse hasta cierto punto a la historia clásica), así  como la de las octavas reales (que restringían las posibilidades sintácticas), no le ofrecieron al poeta toda la libertad de la que dispuso con el argumento laxo de las soledades y su versificación en forma de silva. Los recursos que en el Polifemo son usados con moderación calculada, en las soledades aparecen empleados sin restricción alguna. Ésta es una de las causas de la tan criticada oscuridad de las soledades. Hay que unir muchas otras, y no vamos a entrar aquí en ellas. Sólo diremos que dicha oscuridad no es nunca intencional, es decir, Góngora no escribe de forma rebuscada para dificultar gratuitamente la comprensión de sus versos, sino que toda dificultad que pueda surgir a la hora de entender las Soledades es esencialmente de la misma naturaleza que la que surge al tratar de leer, por ejemplo, un libro de matemáticas avanzadas. No es sensato acusar de oscurantismo a los matemáticos porque los libros de matemáticas cuesten de leer. Lo que sucede es que profundizar en cualquier tema (matemáticas, filosofía, etc.) requiere necesariamente una preparación previa y un esfuerzo intelectual del lector. Es posible hablar de cualquier tema de modo que cualquiera pueda entenderlo, pero no si se pretende hacer en profundidad. Similarmente, la poesía de Góngora pretende aprovechar al máximo los recursos lingüísticos a todos los niveles para lograr las descripciones más precisas, más impactantes, más coloridas, y eso requiere inevitablemente un inmenso esfuerzo por parte del poeta y un gran esfuerzo por parte del lector.
En gran parte, la dificultad de leer a Góngora proviene de su técnica descriptiva, que podríamos calificar de impresionista. En cierto modo, quien dice que no entiende a Góngora es como quien se pone ante un cuadro impresionista y dice "sólo veo manchas y figuras distorsionadas". La técnica del impresionismo consiste en dejar que el espectador recree la imagen en su mente, y, cuando el pintor es bueno, unos trazos toscos cuidadosamente seleccionados  consiguen formar en la mente, ya que no en los ojos, del espectador, imágenes mucho más luminosas, realistas y sugerentes que las que produce el pincel más fino y detallista. Volviendo a la comparación con un libro de matemáticas, la idea básica es que cuando un lector resuelve por sí mismo, con su propio esfuerzo, un problema planteado en el texto, obtiene un conocimiento mucho más profundo y satisfactorio del resultado que si se hubiera limitado a leer la solución. Ésa es la técnica descriptiva de Góngora: dirigir al lector planteándole pequeños problemas para que los vaya resolviendo, presentándole esbozos para que forme él mismo con ellos la figura, de modo que unos pocos versos producen, al meditar sobre ellos y desarrollarlos, efectos espectaculares. Sería un grave error malinterpretar esto concluyendo que Góngora dice vaguedades para que cada cual las interprete como quiera. Todo lo contrario: las descripciones de Góngora tienen una exactitud matemática, fotográfica. Cuando Góngora dice algo, dice siempre algo muy concreto y son muy raros los pasajes en los que es posible denunciar alguna ambigüedad.
Se han escrito páginas y más páginas sobre el estilo de Góngora y su técnica, y no pretendemos aquí competir con ellas. Únicamente queremos destacar que la grandeza de las Soledades se debe tanto o más a su fondo como a los primeros planos. A lo largo del poema Góngora describe objetos, sucesos, personas, sensaciones, emociones y casi todo lo imaginable con una eficacia que no puede concebirse hasta que no se lee.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Sinuhé, el egipcio (Sinuhe egyptiläinen). Mika Waltari


Sinuhé el egipcio (Sinuhe egyptiläinen) es una novela histórica del escritor finlandés Mika Waltari (1908-1979). Fue publicada por primera vez en finlandés en 1945. Hasta el momento, es la única novela finlandesa que ha sido adaptada como película en Hollywood (1954). En una encuesta realizada en 2008, los finlandeses la eligieron como su libro más querido.
Sinuhé, el egipcio es la primera y la más lograda de las grandes novelas históricas de Waltari. Está ambientada en el antiguo Egipto, sobre todo durante el reinado del faraón Akenatón (h. 1350-1335 a.C.) de la Dinastía XVIII, de quien algunos afirman que fue el primer gobernante monoteísta del mundo.
Waltari escribió su libro en Hartola durante el verano de 1945. Su ritmo de redacción era increíble: casi 30 páginas al día. La madre de Waltari falleció ese verano y el autor le pidió a su esposa que se ocupase del funeral. Waltari estuvo en el funeral y después volvió a su casa para continuar la redacción del libro.

El protagonista de la novela es el personaje de ficción Sinuhé, el médico real, que cuenta su historia desde el exilio después de la caída y la muerte de Akenatón. Recibe su nombre de un personaje de un antiguo texto egipcio conocido com la Historia de Sinuhé. El relato original se remonta a un época muy anterior a Akenatón: el texto se conocía ya desde la Dinastía XII de Egipto (2000-1800 a.C.)
Sinuhé, desterrado por el faraón Horemhemb, que era su amigo, explica su historia en primera persona. Hijo de un médico, recogido por sus padres cuando acababa de nacer mientras bajaba en un cesto por las aguas del Nilo, aprende el oficio de médico en la Casa de la Vida y después ejerce en un barrio pobre de Tebas. Aunque de condición modesta, simpatiza y se convierte en amigo y médico del faraón Akenatón y de Horemheb, futuro faraón y entonces general.
Por el amor de Nefernefernefer, una cortesana, vende todos sus bienes y causa indirectamente el suicidio de sus padres. Avergonzado por su actitud, y después de trabajar como embalsamador, huye de Egipto con Kaptah, un esclavo tuerto, y se refugia en Simira, en Siria. Allá un día se encuentra con su amigo Horemheb, que le confía una misión de suma importancia: recorrer el Próximo Oriente para recoger indirectamente información sobre las fuerzas armadas de los enemigos de Egipto. Sinuhé viaja entonces a numerosos países, a la Siria dominada por Egipto, a Mitanni, Babilonia, la Creta minoica y el imperio hitita.
Posteriormente, como médico real, contempla la ascensión del culto de Atón y luego su declive.

Entre los personajes históricos conocidos se incluyen el viejo faraón Amenhotep III y su intrigante esposa favorita, Tiy; la esposa de Akenatón, Nefertiti; el lánguido y joven Tutankamón, que fue el siguiente faraón después de la caída de Akenatón, y los dos sucesores que fueron, según Waltari, parte integrante del ascenso y caída de la herejía de Akenatón: el sacerdote y luego faraón Ay y el guerrero, general y finalmente faraón Horemheb. Aunque nunca aparece en escena, a través del libro, el rey hitita Shubiluliuma I aparece como la amenazante y melancólica figura de un conquistador despiadado y tirano. Otros personajes históricos con quien el protagonista tiene trato directo son: Aziru (rey de Amurru), Tutmosis (escultor), Burraburiash II (rey de Babilonia) y, con un nombre diferente, Zannanza, hijo de Shubiluliuma; Baketamon, hermana de Akenatón, primera mujer de Horemheb y, según el autor, la madre de Ramsés I. El histórico Horemheb murió sin hijos.
Aunque Waltari utilizó alguna licencia poética en la combinación de las biografías de Sinuhé y Akenatón, para el resto se preocupó mucho por la exactitud histórica de la descripción detallada de la antigua vida egipcia y llevó a término una considerable investigación sobre el tema. El resultado ha sido elogiado no sólo por los lectores sino también por los egiptólogos.

Waltari había estado durante mucho tiempo interesado en la figura de Akenatón y escribió una obra  de teatro sobre él estrenada en Helsinki en 1938. La Segunda Guerra Mundial aportó el impulso final para explorar el tema en una novela que, aunque relata acontecimientos sucedidos hacía más de 3300 años atrás, de hecho, refleja los sentimientos contemporáneos de desilusión y cansancio de la guerra y lleva un mensaje pesimista sobre la uniformidad esencial de la naturaleza humana a lo largo de los siglos. El amenazador rey Shubiluliuma I tiene muchos matices que comparte con Hitler, por ejemplo.
Tal mensaje provocó una amplia respuesta por parte de los lectores al final de la Segunda Guerra Mundial y el libro se convirtió en un best-seller internacional. Se mantuvo como la novela extranjera más vendida en Estados Unidos hasta que El nombre de la rosa de Umberto Eco ocupó su lugar. El libro ha sido traducido a 40 idiomas.

viernes, 3 de octubre de 2014

El restaurante chino Casanova (Casanova's Chinese Restaurant). Anthony Powell


El restaurante chino Casanova (Casanova's Chinese Restaurant) es el quinto volumen de la obra maestra de Anthony Powell Una danza para la música del tiempo (A Dance to the Music of Time). Se publicó en 1960. El autor desarrolla aquí los temas del tiempo y la memoria. Como en varios de los volúmenes anteriores, hay una sustancial superposición del tiempo con respecto a éstos. La primera parte vuelve al período anterior a la muerte de Mr. Deacon, el pintor. Sin embargo, la novela se concentra en un nuevo grupo de personajes, principalmente el compositor Hugh Moreland (que está basado en Constant Lambert, un amigo íntimo de Powell), su novia Matildaa, el crítico Maclintick y su esposa Audrey, cuyo matrimonio infeliz es una parte clave en la narración.
El entralazamiento de acontecimientos históricos con la ficción es más notable en esta novela y se despliega para iluminar a los personajes, como, por ejemplo, la imprudente partida de Erridge Tolland para participar en la Guerra Civil Española. Una consecuencia involuntaria de ello es que nos revela indicios de las opiniones conservadoras del propio autor, aunque éstas obviamente no se atribuyen al protagonista Nick Jenkins, que sigue ejerciendo su función de espectador y narrador de los acontecimientos.
La secuencia que transcurre en el hospital muestra uno de los primeros ejemplos del manejo de las emociones por parte de Powell, muchas de ellas reprimidas, pero sin embargo poderosas.

El libro se abre con reminiscencias de finales de los años 20 y principios de los 30 y se refieren a los primeros encuentros de Nick con Mr. Deacon, Maclintick, Gossage, Carolo, Moreland y otros personajes del mundillo musical. Culmina en el matrimonio de Nick e Isobel Tolland, del que poco se nos revela.
En 1936 Nick almuerza con varios miembros de la familia Tolland en la casa de Lady Warminster, su suegra. Erridge parte hacia la Guerra Civil Española. Nick visita a Isobel, que ha sufrido un aborto, en el hospital. Allí se encuentra con Moreland, que también espera a su esposa Matilda, que está a punto de dar a luz. También ve allí a Widmerpool. Posteriormente Moreland y Nick visitan al matrimonio Maclintick.
A finales de 1936 Matilda pierde a su bebé. La señora Foxe da una fiesta para celebrar el estreno de la nueva sinfonía de Moreland; el compositor se ha enamorado de Priscilla Tolland; en la fiesta los Maclintick riñen y Stringham, ahora un alcohólico rehabilitado, hace una aparición inesperada aunque la señorita Weedon hace que se retire. En la primavera de 1937 tiene lugar la muerte del escritor St. John Clarke y deja todos sus biene a Erridge Tolland; éste vuelve de España; Maclintick es abandonado por su esposa y se suicida; Priscilla se compromete con Chips Lovell.