domingo, 20 de mayo de 2012

No puede ser el guardar a una mujer. Agustín Moreto


No puede ser el guardar una mujer es una comedia brillante, de ritmo vertiginoso y gran
destreza teatral. Su hilo argumental, ágil, conciso y directo, su elaborada estructura, el
equilibrio y la coherencia de sus actos, y la construcción de sus personajes que, sin ser
complejos, gozan de un magistral desarrollo, la convierten en una de las mejores piezas de
Moreto.
Cabe destacar, entre sus muchas virtudes, la importancia de sus protagonistas femeninos,
nada que ver con esas damas presuntuosas y casi ridículas que pueblan los textos barrocos
en los que se satiriza la pretensión de la mujer de saber tanto o más que el hombre y su deseo
de rebelarse contra la condición de ser marginado por una sociedad machista. Lejos de todo
esto, se trata de unos personajes femeninos transgresores, llenos de fuerza y cargados de
razón que aúnan la pasión y la condición intelectual dando cuerpo y voz al ideal moretiano
frente a la terquedad, el engreimiento, la necedad y el machismo.
Doña Ana y doña Inés se enfrentan, cada una con sus armas, al ataque contra la dignidad
femenina propugnado por don Pedro (prometido de la primera y hermano y custodio de la
segunda), y lo hacen defendiendo el derecho de la mujer a decidir y actuar según sus
principios, según su propia voluntad. Así pues, si la dicotomía entre razón y necedad vertebra
el texto (así como gran parte de la producción moretiana) también lo hace la defensa a
ultranza del libre albedrío en la mujer.


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