jueves, 13 de marzo de 2014
Un yanqui en la corte del rey Arturo (A Connecticut Yankee in King Arthur's Court). Mark Twain
Un yanqui en la corte del rey Arturo (A Connecticut Yankee in King Arthur's Court) es una novela del escritor estadounidense Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens, 1835-1910) publicada en 1889.
La novela está escrita como el diario ficticio de Hank Morgan, un especialista en metalurgia que, tras recibir un golpe en la cabeza, se encuentra trasladado en el tiempo a la época del rey Arturo, en el año 528 de nuestra era. Capturado por sir Kay y llevado al castillo real, el americano se sirve de sus conocimientos para anunciar un eclipse y librarse de la ejecución que pendía sobre él. Desprestigiando a Merlín y haciéndole quedar como un mago barato, adquiere tanto prestigio que es nombrado "ministro a perpetuidad" por Arturo. Inmediatamente, nombra un ayudante, Clarence, y juntos comienzan a modernizar el reino con las miras puestas en el negocio, "no en el altruismo", como él mismo subraya. Pronto llega a ser conocido como "El Jefe".
Lo primero que hace es fundar una oficina de patentes. Desarrolla la pólvora, el telégrafo, el teléfono, el jabón, las máquinas de coser, el fonógrafo, la máquina de escribir, la luz eléctrica, el acero, funda escuelas, un periódico, introduce el béisbol... pero, con todo, Morgan se encuentra con un pueblo al que no resulta fácil asimilar semejante avalancha de innovaciones. Cree que este retraso es provocado por la nefasta influencia de dos instituciones: la monarquía y la Iglesia. Aunque el rey Arturo es un monarca justo y de buen corazón y la mayoría de los sacerdotes se esfuerzan por aliviar las penurias de la población, como instituciones ambas son enemigas del progreso tecnológico y la modernidad. De todas formas queda clara la opción del autor por la república y la implantación del cristianismo protestante.
Morgan hace una serie de viajes por Inglaterra, primero con Lady Alisande la Carteloise -a quien llama simplemente "Sandy" y con la que se acabará casando y teniendo un hijo- y luego, de incógnito, con el mismo rey Arturo. Twain utiliza ambas aventuras para describir la crueldad y la horrible pobreza en la que el pueblo ordinario vive sumido, luchando siempre por mantener su dignidad.
Pasan los años y Morgan, ya un hombre de familia, realiza un viaje a Francia por motivos de salud. Cuando vuelve a casa se encuentra con que el rey ha muerto, la Tabla Redonda se ha disuelto debido a las luchas internas y la Iglesia ha declarado un interdicto en el reino (esto es, el cese de todas las actividades y celebraciones religiosas, incluidas las misas y la administración de sacramentos), lo que levanta al pueblo contra el americano y sus cincuenta y dos caballeros leales. Éstos proclaman una república y se atrincheran en la cueva de Merlín, donde se defienden de los ataques con cañones Gatling y cercas electrificadas -por cierto, la primera vez que se utiliza este invento-. Ambos ingenios masacran a miles a los sublevados, pero sus cadáveres esparcidos por los alrededores empiezan a corromperse y amenazan con infectar a los defensores, convirtiendo su victoria en derrota. Al final, Morgan resulta apuñalado por un caballero moribundo y el agraviado Merlín le lanza un hechizo que le induce un sueño de trece centurias hasta despertar en su "vieja" época, el siglo XIX.
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