jueves, 20 de noviembre de 2025

Vera: una historia de amor. Juan del Val


Novela de Juan del Val (n. 1970). Premio Planeta 2025.

Podcast: https://go.ivoox.com/rf/162759512

Vera se encuentra inmersa en una profunda insatisfacción con su matrimonio de veinticuatro años con Don Borja Manuel Laguía de Villareguela, marqués de Villaecijilla, llegando a detestar hasta las virtudes de su marido. La ruptura no fue causada por un evento específico, sino por una progresiva pérdida de sentimientos hacia él, descrita como una frase "extraña y confusa". A sus cuarenta y cinco años, y sintiéndose "mucho más bella" que antes, Vera encuentra consuelo en la idea de una vida por vivir, comenzando por la búsqueda de un piso en Sevilla. Esta búsqueda representa su plan de huida de la claustrofobia de su mundo social, aunque su pasado incluye el abandono de su pasión por la pintura, habiendo dejado de pintar aquello que consideraba "feo" por temor a incomodar a sus padres.

En este contexto, Vera conoce a Antonio, un exitoso vendedor de inmobiliaria de treinta y cinco años, trasladado de Madrid a Sevilla, quien ha trabajado para disimular su acento de Vallecas en su esfuerzo por ascender socialmente. Antonio posee una "virtud innata de gustarle a la gente" y ve a las mujeres como el verdadero motor de su existencia, asociándolas con la ilusión y el éxito. Durante las visitas a los pisos, Vera se siente profundamente atraída por Antonio, notando la "mirada dura y provocadora" equilibrada por una "sonrisa tierna y cercana". El clímax de esta atracción ocurre en la terraza de un ático en el Arenal, donde se besan por primera vez, un impulso que desconcierta a ambos. Sin embargo, su primer intento de intimidad en el piso de Antonio se ve interrumpido por el miedo, la vergüenza y el deseo incontrolable de Vera, que huye sintiéndose "ridícula".

La historia toma un giro oscuro debido a la furia y humillación que siente Borja al ver que Vera tiene una vida sin él. Antonio revela a Vera que Borja contrató a dos hombres, Alexander y Nicola, para darle una paliza. Trágicamente, los matones confundieron a Antonio con su hermano, Diego, debido al parecido físico y al hecho de que Diego llevaba una sudadera con capucha, asesinándolo en el portal del edificio de José Laguillo. Además, Vera descubre que Borja había grabado a su hermana, Alba, en la intimidad de su habitación y baño de La Paz, una revelación que destroza la confianza de Alba. Antonio siente miedo, pena y rabia, convencido de que su hermano murió por su culpa.

Con el apoyo de su amiga Gabi, Vera confronta a Borja, quien confiesa implícitamente su implicación en las grabaciones de Alba. Borja, atormentado por el miedo a la vergüenza social y a la cárcel, y temiendo no ser digno de su estirpe, se suicida con una pistola Walther PPK en un campo cerca de Huelva, buscando la paz. Antonio y Vera se reconcilian, encontrando consuelo en su abrazo y en una profunda conexión física en el ático. Vera decide dejar La Paz y el pasado, mudándose a Casa Caldera con sus caballos, retomando la pintura y valorando su soledad y libertad. Finalmente, Antonio, habiéndose mudado a Triana, recibe un lienzo de Vera: una pintura que da vida a la única foto que tenía con Diego, donde Antonio levanta la vista para abrazar a su hermano, simbolizando su paz y el comienzo de su relación.

"Vera, una historia de amor" teje con maestría los hilos de la identidad, la clase social, el amor y la pérdida para componer un complejo y resonante relato sobre la capacidad humana para la reinvención. La interconexión de estos temas transforma la novela en una profunda meditación sobre la autonomía personal y la rebelión contra las jaulas, visibles e invisibles, que nos construyen.

El significado del cuadro final que Vera pinta para Antonio es la culminación de este viaje y la síntesis definitiva de los temas centrales de la novela. La obra, que plasma la única foto de Antonio y su hermano Diego, no solo simboliza la paz y la redención para él, sino que representa la fusión del amor y la identidad para ella. Su yo artístico recuperado (la identidad) se convierte en el vehículo para sanar la herida de la pérdida en el hombre que catalizó su liberación (el amor). Su arte, antes vehículo de angustia personal y "cosas feas", se transforma en un instrumento de redención compartida.

En última instancia, la novela postula que la verdadera emancipación no es la ausencia de un pasado, sino la audaz conquista del derecho a reinterpretarlo, transformando el lienzo de la memoria en el borrador del futuro.

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