domingo, 3 de diciembre de 2017

Los pazos de Ulloa. Emilia Pardo Bazán


Los pazos de Ulloa es una novela de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) publicada por primera vez en 1886. Forma un díptico con La madre naturaleza, publicada en 1887.

Don Julián Álvarez, joven y apocado sacerdote, se dirige a los Pazos de Ulloa para servir al Marqués Don Pedro Moscoso como administrador por recomendación del tío del noble. Nada más llegar a los Pazos, situados en una zona rural de Galicia, el sacerdote se escandaliza por el decadente estado del palacio y el comportamiento de Don Pedro y sus empleados: El palacio está en un estado ruinoso, la biblioteca y las cuentas abandonadas, la capilla desatendida por el actual abad. Don Pedro, quien en realidad no es marqués puesto que el título fue vendido, es ignorante y rústico aunque se da aires de gran señor. Pasa la mayor parte del tiempo de cacería rodeado de personajes de mala reputación. El mayordomo de la finca, Primitivo, un aldeano astuto y violento, controla todos los negocios del marqués y tiene atemorizados a los demás empleados e incluso al propio marqués. Su hija Sabela trabaja como cocinera en los Pazos y es la amante de Don Pedro, con quien tiene un hijo ilegítimo de unos cinco años llamado Perucho. Perucho se cría desatendido y casi salvaje en los Pazos. Sabela coquetea abiertamente con Don Julián y recibe a una cohorte de aldeanas y meigas en la cocina de los pazos, aprovisionándolas de la despensa del marqués. En el pueblo cercano, Cebre, los caciques liberal y conservador se disputan el control de la comarca.
Julián decide marcharse de los Pazos sintiendo que su honra de sacerdote está siendo puesta en duda si sigue consintiendo el amancebamiento de Don Pedro y Sabela. Cuando se dispone a despedirse del Marqués, presencia una violenta escena de celos entre el marqués y Sabela, quien ha estado bailando con un gaitero en Cebre.
Don Julián aconseja a Don Pedro que cambie de comportamiento y de sociedad, pero Don Pedro le confiesa sus temores acerca de Primitivo y que, aunque desea despedir a Sabela, teme las represalias del padre de ésta. Don Julián le convence de que se marche con él a Santiago y busque esposa entre sus primas casaderas. Don Pedro acepta entusiasmado. De camino a la estación, Primitivo se dispone a disparar sobre Julián, pero el marqués adivina las intenciones de su mayordomo y lo para a tiempo.
En Santiago Don Pedro es recibido en casa de su tío Don Manuel Pardo de la Lage, quien también es un noble arruinado que guarda las apariencias. Don Manuel recibe con agrado la visita del sobrino intuyendo sus intenciones de elegir esposa entre sus hijas. Las señoritas de la Lage son cuatro: Rita, la más bella y alegre; Manolita a quien su padre pretende casar con un rico de Santiago; Marcelina (Nucha, la más discreta, y Carmen, la más joven, enamorada de un estudiante de medicina para disgusto de su padre. Aunque inicialmente Don Pedro se siente atraído por Rita, decide pedir la mano de Nucha después de que Don Julián le confiese que si él mismo tuviese que elegir entre las señoritas de la Lage, se decantaría por ella debido a su buen carácter y piadosas maneras. También le menciona que la madrina de Nucha es una rica anciana sin herederos.
Nucha y Don Pedro se casan en Santiago, y después de una temporada, Don Pedro, cansado de las discusiones con su suegro acerca de política, y de no ser el señor de la casa, decide volver a los Pazos. Don Pedro envía a Julián primero para despedir a Primitivo y a Sabela antes de la llegada de los nuevos esposos. Julián se encuentra el comportamiento de Sabela y Primitivo completamente cambiado. Ambos son amables y dóciles. Primitivo le cuenta al sacerdote que Sabela va a casarse con el gaitero de Cebre y dejar su empleo. Don Julián no encuentra valor para despedir a Primitivo y se excusa a sí mismo pensando que sólo es necesario esperar un poco a que Sabela se case.
Cuando los esposos llegan a los Pazos, Nucha le confiesa a su esposo que está embarazada. Don Pedro se ilusiona ante la perspectiva de tener un hijo varón con Nucha. Los nuevos esposos frecuentan la limitada sociedad de las aldeas vecinas a los Pazos, como los señores de Limioso, todos arruinados nobles con más presunción que fortuna.
El tiempo pasa y Sabela no se casa con el gaitero. Sabela continúa siendo la cocinera de los Pazos y Primitivo el mayordomo por dejadez de Don Pedro y Don Julián.
La salud de Nucha se deteriora durante el embarazo. Tras un parto difícil, da a luz a una niña. Don Pedro se muestra disgustado por el sexo del bebé y se distancia poco a poco de su esposa, reiniciando su relación con Sabela. Don Julián, sin embargo, centra su devoción en Nucha y su niña. Perucho disfruta mucho jugando con el bebé hasta que un día Nucha, al comentar que los niños se quieren como hermanos, se da cuenta de que Perucho es hijo de su marido por la cara turbada de Don Julián. Nucha prohíbe a Perucho acercarse a ella o a su hija. A partir de entonces la relación de Nucha con su marido se deteriora. Don Julián advierte signos de maltrato físico en Nucha. Sabela y Primitivo vuelven a tomar el control de los Pazos y Nucha vive atemorizada por ellos.
En Cebre, los simpatizantes del partido conservador proponen a Don Pedro como candidato a diputado en Madrid por la región. Aunque es el candidato favorito, pierde las elecciones de manera flagrante. El cacique conservador se entera de que el propio Primitivo ha amenazado a los votantes para que voten al candidato liberal, y envía a un sicario a matar a Primitivo.
Nucha le pide a Don Julián que la ayude a escaparse con su hija a Santiago a casa de su padre, ya que teme por la vida de su hija si ella muere, puesto que Manolita es la única heredera de Don Pedro aparte del bastardo Perucho. Perucho avisa a su abuelo Primitivo de que la Señora está hablando a solas con Don Julián. Primitivo le promete dinero a su nieto si va a contarle al marqués que su mujer se está entrevistando a solas con el cura con la intención de que este crea que mantienen una relación secreta. Perucho así lo hace. Don Pedro, piensa que el cura tiene una relación ilegítima con su mujer y se dirige furioso a la iglesia. En el camino, se encuentra el cuerpo sin vida de Primitivo, abatido de un tiro por el sicario de Barbacana. Don Pedro encuentra a su mujer hablando con el cura en la sacristía y da por hecho que su mujer le engaña con el sacerdote. Don Pedro despide a Don Julián en el momento.
El cura retorna a Santiago y es destinado a una aldea rural en Galicia, donde unos años después recibe noticias de la muerte de Nucha. Años más tarde Don Julián recibe órdenes de volver a los Pazos de nuevo. Nada más llegar visita la tumba de Nucha. Cuando está rezando en el cementerio aparecen Perucho y Manolita. El cura se asombra al observar que Perucho va bien vestido mientras que Manolita va casi descalza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario