miércoles, 16 de enero de 2013

Unas lecciones de metafísica. José Ortega y Gasset


En este libro, se transcriben los manuscritos preparatorios de un curso de metafísica dictado en Madrid en 1932/33 por José Ortega y Gasset (1883-1955).

En estas lecciones se nos explica que metafísica es algo que el ser humano hace, en cuanto que, constantemente, estamos interpretando la realidad que vivimos. Ahora bien, podemos aceptar la realidad tal cual se nos presenta socialmente, o podemos hacernos cuestión de ella, es decir, hacernos conscientes de eso que llamamos nuestra vida. En el segundo caso, esto es, ante la necesidad de encontrar una verdad que nos satisfaga, habremos menester de una metafísica más elaborada, porque el que busca algo (una respuesta) es que considera que no lo hay, o que lo que hay, le es insuficiente: -dice Ortega- «el hombre hace metafísica cuando busca una orientación radical en su situación» Siendo que la vida es radical desorientación, el que no se cuestiona nada se cree orientado, acepta las convenciones, vigencias, opiniones sociales, pero, en verdad, vive mecánicamente, vacío de contenido, como un autómata programado. El que acepta la vida debe acometer el esfuerzo de tener que construírsela.


Hacerse cuestión de la realidad significa sentirse uno mismo en su circunstancia. Mi vida soy yo en situación. Mi vida es lo que soy, lo que hago y lo que me pasa. Mi vida es este momento actual en el que se entrecruzan el pasado y el futuro. El mundo cobra sentido, no en cuanto existe en sí mismo, sino en cuanto existe conmigo, en cuanto me ocupo de él, en cuanto es objeto de mi intención (incluido el propio cuerpo). La vida es algo que nos viene dado, que no elegimos. No hemos elegido nacer como no hemos elegido nuestra circunstancia. A partir de ahí, hemos de fabricarnos a nosotros mismos. «Vivir es decidir constantemente lo que vamos a ser», es optar siempre entre diferentes posibilidades a futuro. La libertad es el imperativo de nuestra vida.

Por ello, para poder actuar con libertad creciente y no mecánicamente hemos de ser conscientes de la propia vida. Ser consciente es prestar atención, percatarse, agarrar con la atención la situación presente, lo que se está haciendo en el momento. Uno es consciente de sí y, a la vez, de que está en situación -es decir, haciendo algo-. Cae en cuenta de la relación «uno en circunstancia» como unidad indisociable.

Con la atención delimitamos el mundo a eso a lo que atendemos, a lo que estamos haciendo en el momento (alejándonos, de este modo, de la dispersión, el divagueo y el ensueño). Es decir, ser consciente de uno en situación, reparar en uno o, lo que es lo mismo: darse existencia: «Hay dos formas de darse cuenta de algo, o lo que es igual, de existir algo para mí: una en que me doy cuenta de ese algo por separado [...] y otra forma en que ese algo existe para mí sin que yo "repare" en él» «El caso extremo de esto es nuestra propia persona: en nada suele el hombre reparar menos que en sí mismo y, sin embargo, con nada cuenta más constantemente que consigo»

Este libro contiene la exposición sistemática de una filosofía radical, fundamentadora de la existencia y el hacer humano.

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