miércoles, 18 de julio de 2012

Enrique VI, tercera parte. William Shakespeare


Enrique VI, tercera parte o La tercera parte de Enrique VI es una obra histórica de William Shakespeare. Se cree que fue escrita en 1591.

La obra empieza inmediatamente donde había terminado la segunda parte; con los partidarios de York victoriosos (York, Eduardo, Ricardo, Warwick, Montague y Norfolk) persiguiendo a Enrique y Margarita desde el campo de batalla al final de la primera batalla de St. Albans. Al llegar a las cámaras del Parlamento en Londres, York se sienta en el trono. A ello sigue una confrontación entre sus partidarios y los de Enrique. Amenazado con violencia por Warwick, que ha traído a parte de su ejército con él, Enrique llega a un acuerdo con York por el cual Enrique seguirá como rey hasta su muerte. En ese momento el trono pasará permanentemente a la casa de York y a sus descendientes. Disgustados por esta decisión, ya que deshereda al hijo de Enrique, el príncipe Eduardo, los partidarios de Enrique, conducidos por su esposa Margarita, le abandonan, y Margarita declara la guerra a los partidarios de York, apoyada por Clifford, que está decidido a exigir venganza por la muerte de su padre a manos de York durante la batalla de St. Albans.

Margarita ataca el castillo de York en Wakefield y los partidarios de York pierden la batalla. Durante el conflicto, Clifford mata a Rutland, el hijo de doce años de York. Margarita y Clifford entonces capturan al mismo York y se burlan de él; forzándole a permanecer en un montículo, le dan un pañuelo cubierto con la sangre de Rutland para secarse la frente y le ponen una corona de papel en la cabeza antes de apuñalarle. Después de la batalla, mientras Eduardo y Ricardo lamentan la muerte de York, Warwick les trae noticias de que su propio ejército ha sido derrotado por el de Margarita en la segunda batalla de St. Albans, y Enrique ha vuelto a Londres, donde, presionado por Margarita, ha revocado su acuerdo con York. Sin embargo, Jorge Plantagenet, hermano de Ricardo y Eduardo, ha prometido unirse a la causa de sus hermanos, animado por su hermana, la duquesa de Borgoña. Además, el hermano más joven de Warwick, Montague, se ha unido a él en el conflicto.

Los partidarios de York se reagrupan. En la batalla de Towton, muere Clifford y los de York celebran la victoria. Después de la batalla, Eduardo es proclamado rey, Jorge será duque de Clarence y Ricardo duque de Gloucester, aunque se queja a Eduardo de que es un ducado de mal agüero. Eduardo y Jorge dejan la corte y Ricardo revela a la audiencia sus propias maquinaciones para llegar al poder y quitar el trono a su hermano, aunque hasta el momento no está seguro de cómo llegar exactamente a ello.

Después de Towton, Warwick se dirige a Francia para obtener la mano de la cuñada de Luis XI, Lady Bona, para Eduardo. Se asegurará así la paz entre las dos naciones, uniendo en matrimonio las dos monarquías. En Francia, Warwick llega a la corte para encontrarse con que Margarita, el príncipe Eduardo y el conde de Oxford han ido a ver al rey Luis para buscar su ayuda en el conflicto de Inglaterra. Justamente cuando Luis está a punto de acceder y suministrar tropas a Margarita, Warwick interviene y convence a Luis de que estaría más de acuerdo con sus propios intereses apoyar a Eduardo y aprobar el matrimonio. En Inglaterra, la reciente viuda Lady Grey (Elizabeth Woodville) ha ido al rey Eduardo para pedir que se le devuelvan las tierras de su marido. Sin embargo, más que concederle la razón en su pleito, Eduardo se casa con ella, contra el consejo de Jorge y Ricardo, llevado por la lujuria y arrebatado por su impresionante belleza. Al enterarse de esto y sintiendo que se le haya hecho quedar como un tonto a pesar de todos sus servicios a la casa de York, Warwick acusa al rey Eduardo y cambia su lealtad a la casa de Lancaster, prometiendo la mano de su hija al príncipe Eduardo como signo de fidelidad a su causa. Poco después, Jorge y Montague también abandonan la causa del rey Eduardo, uniéndose a Warwick y a los de Lancaster. Entonces Warwick dirige una invasión de Inglaterra con tropas francesas y hace prisionero al rey Eduardo. Enrique es devuelto al trono y nombra a Warwick y Jorge Lords Protectores.


Sin embargo, poco después, Eduardo es rescatado por Ricardo, Hastings y Stanley. Noticias de la fuga llegan a la corte de Enrique y el joven conde de Richmond es enviado al exilio en Francia para su seguridad. Richmond es un descendiente de Juan de Gante, tío de Ricardo II e hijo de Eduardo III, y por lo tanto un potencial heredero de la casa de Lancaster, si algo les sucediese a Enrique y al príncipe. De aquí la necesidad de protegerle. Mientras tanto, Eduardo reorganiza sus fuerzas y se enfrenta al ejército de Warwick. En la batalla de Barnet, Jorge traiciona a Warwick y se une a los de York. Esto provoca el desorden en las fuerzas de Warwick y los de York ganan la batalla, durante la cual mueren Warwick y Montague. Oxford y el duque de Somerset ahora asumen el mando de las fuerzas de Lancaster y se unen a un segundo batallón recién llegado de Francia, dirigido por Margarita y el príncipe Eduardo. Mientras tanto, Enrique se sienta en el montículo donde estuvo York y se lamenta sobre sus problemas. Se le unen un padre que ha matado a su hijo y un hijo que ha matado a su padre, representando los horrores de la guerra civil. Enrique es capturado por dos guardabosques leales a Eduardo y encerrado en la Torre de Londres, mientras Eduardo se dirige a encontrarse con las fuerzas de Lancaster y Francia. En la subsiguiente batalla de Tewkesbury, los de York derrotan a los de Lancaster, capturando a Margarita, el príncipe Eduardo, Somerset y Oxford. Somerset es sentenciado a muerte, Oxford a cadena perpetua, Margarita es desterrada y el príncipe Eduardo es apuñalado por los tres hermanos Plantagenet en un arranque de rabia cuando él se niega a reconocer a la casa de York como la familia real legítima. Llegados a este punto, Ricardo se dirige a Londres para matar a Enrique. Al llegar a la Torre, los dos se enzarzan en una disputa y, con la rabia, Ricardo le apuñala. Con su aliento moribundo, Enrique profetiza la futura carrera de maldades de Ricardo y el caos en que se sumergirá el país por culpa de ello. En la corte, sin embargo, Eduardo ordena celebraciones, ya que cree que las guerras han terminado finalmente y que la paz duradera está en su mano. Es inconsciente, no obstante, de las maquinaciones de Ricardo y su deseo del poder a toda costa.

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