viernes, 23 de octubre de 2015

Muerte de dama (Mort de dama). Llorenç Villalonga


Muerte de dama (Mort de dama) es la primera novela del escritor mallorquín Llorenç Villalonga (1897-1980), publicada por primera vez en 1931 en catalán. Es considerada como una de las primeras novelas modernas en lengua catalana de las Islas Baleares. Se trata de una novela psicológica y satírica, donde el autor lleva a cabo una crítica prácticamente de todos los sectores de la sociedad mallorquina coetánea exceptuando a la Iglesia. Esta crítica causó gran controversia entre los lectores de la sociedad del momento, que hizo una valoración negativa de la novela. Villalonga mismo la dedicó "a todos los que no se enfaden con ella".
La publicación de la novela no pasó desapercibida para gran parte de la sociedad mallorquina. La obra recibió críticas duras a causa de su tono sarcástico. Desde la izquierda a la derecha, conservadores y progresistas, catalanistas y anticatalanistas, todos criticaron duramente y cruelmente la obra de Villalonga. Sin embargo, parece que la nobleza, aunque también fue criticada, se quedó impasible, quizá porque no la leyó o porque no oyó hablar de ella.
Un ejemplo de esta crítica a la obra fue la realizada por miembros de la generación poética llamada Escola mallorquina, a pesar de que ésta pueda resultar un tanto contradictoria. Aunque estos autores querían que apareciese una novela mallorquina en catalán y promoverla, no pudieron aceptar Mort de dama como tal y procedieron a rechazarla por la virulenta forma en que la criticaba.
Entre las diversas críticas que recibió Villalonga, destaca la de Miquel Ferrà en un artículo en el periódico El Día, en el cual habla muy negativamente de los personajes y de los diálogos, también de la ironía usada, el lenguaje y el modelo de realismo viperino. Llegó a aconsejar a Villalonga que abandonase el cultivo de las letras. No obstante, intelectuales como Gabriel Alomar, Joaquim Verdaguer y Màrius Verdaguer tuvieron una impresión positiva de la obra. En Catalunya, la novela pasó casi desapercibida.

En la novela, Villalonga elabora en torno a la agonía de una aristócrata, el acta notarial del hundimiento de una Mallorca que muere con ella. Construye este fresco de época a través de unos personajes paradigmáticos, verdaderos arquetipos. Así, la ambivalencia del autor hacia el mundo de los aristócratas mallorquines se nos presenta a partir del dualismo representado por doña Obdulia Montcada y doña Maria Antònia, la baronesa de Bearn; chabacana y libidinosa, vulgar, la primera; discreta y elegante, paradigma de una vieja cultura, la segunda. También surgen, alrededor de la agonía de doña Obdulia, otros personajes típicos del mundo isleño: Aina Cohen, la poetisa judía y reprimida en la que el autor quiso satirizar a la Escola mallorquina, los poetas novecentistas de la isla; el marqués de Collera, adornado con todas las incompetencias del político mallorquín de la Restauración y quizá de todas las épocas, y un coro de voces mesocráticas en boca de personajes secundarios, caricaturas de ellos mismos. Lejos de la ciudad antigua, en los barrios de Gènova y El Terreno, se agita un mundo nuevo de extranjeros que hablan lenguas bárbaras, con mujeres que fuman, beben whisky y nadan en invierno.

Con estos personajes, Villalonga elabora una sátira de la vida mallorquina de los años veinte. Sátira y esperpento ofensivos que no le fueron perdonados.

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